Las mujeres de Aserradores saben que necesitan de los manglares de Nicaragua para sobrevivir. Esto están haciendo para preservarlos.
Las mujeres en Aserradores sienten una conexión especial con los manglares de Nicaragua. Como una comunidad pesquera al noroeste del país, sobreviven con los moluscos que extraen todos los días del fango. Salen por la mañana con sus juncos vacíos, y regresan a casa a la hora de la comida para preparar aguachile, ceviche y otros platillos típicos de la zona con el producto de la jornada.
Las playas de Aserradores reciben a madres de todo tipo cada año. Las tortugas carey y negras, por ejemplo, escogen esta costa nicaragüense para desovar. En ese mismo fango, las mujeres hunden las piernas hasta las rodillas para extraer conchas oscuras que, al interior, contienen el sustento económico y alimenticio de las familias locales. Ésta es su historia.
Te sugerimos: «Un mundo perdido»: por qué la agricultura y la ganerdía están devastando los manglares de Tabasco, en México
‘Conchar’ con las piernas metidas en el fango
Aunque podría parecer una tradición milenaria, según la cobertura de la AFP, esta práctica es más bien reciente. Conocida como ‘conchar’, es la acción de extraer con palas o con las manos a los moluscos de la tierra húmeda. Algunas de ellas lo han hecho desde niñas. Especialmente en El Viejo, el municipio a 150 kilómetros de la capital al que sólo se puede acceder con juncos pequeños de madera.
En esta zona de la Costa del Pacífico de Nicaragua, decenas de embarcaciones pesqueras pequeñas se enfilan para ingresar a los manglares. Una vez ahí, residentes como Elena Martínez se quitan los zapatos y esquivan las ramas gruesas para ‘conchar’. Ella aprendió de las mujeres mayores a una muy temprana edad, que salían cada ciertos días antes del amanecer para sumergirse en el lodo.
Para llegar a los manglares de Nicaragua, tienen que remar a lo largo de 2 kilómetros. Ya ahí, amarran el bote a las ramas de los árboles y se abren camino entre las raíces. Con esta acción, las mujeres locales cumplen una doble función, explica el periodista Oswaldo Rivas:
«Mientras mantienen la comida en la mesa, las mujeres también ayudan a conservar los manglares, una barrera natural que alberga innumerables especies animales y protege los asentamientos costeros como el suyo de inundaciones, maremotos y vientos huracanados», escribe para la AFP.
Una barrera natural contra desastres meterológicos
Los manglares de Nicaragua son una barrera natural contra inundaciones, maremotos y huracanes. Al mismo tiempo, es hogar para cientos de especies nativas, que dependen de los árboles y sus raíces para subsistir. Al ‘conchar’, las mujeres locales están también limpiando la tierra para que las raíces puedan expandirse en un entorno saludable.
Aunque es común que se lastimen los brazos y se arañen la piel expuesta, a las mujeres de Aserradores no les molesta ensuciarse. De hecho, es bien sabido que los hombres locales no participan en las jornadas de ‘conchar’, porque no quieren enlodarse, dicen las pescadoras.
Con cada jornada, Elena y sus compañeras regresan a casa con las manos y las balsas colmadas de moluscos:
«Para nosotros es algo bien importante», dice Martínez a la AFP. «Aquí venimos a encontrar 10 docenas o 12 docenas, pero es seguro para llevar el sustento a nuestro hogar».
No sólo eso. Las mujeres se dedican a sembrar y reforestar el área que ha sido destruida en favor de la expansión urbana y la agricultura. Según Martínez, lo hacen pensando en su comunidad y las generaciones venideras: finalmente, éste es el sustento que les garantiza una fuente de ingreso fundamental y el bienestar alimenticio.
Sigue leyendo:
Qué es la inmersión forestal, la práctica ancestral de caminar en silencio por los bosques