Durante milenios, el mar de Aral reinó como uno de los cuerpos de agua internos más grandes de planeta, extendiéndose entre lo que hoy es Kasajstán y Uzbekistán. Ho día, su deterioro nos sirve como advertencia.
Desde nuestra posición en lo alto de un risco arenoso al norte de Uzbekistán, la vista sería la de cualquier desierto; es decir, si no fuera por los montículos de conchas marinas y la media docena de barcos pesqueros abandonados que se oxidan sobre la arena. Alguna vez este lugar fue la punta de una península que se internaba en el mar de Aral, el cuerpo de agua interno más grande del mundo hasta la década de los sesenta del siglo XX; cubría alrededor de 67,000 kilómetros cuadrados. Detrás de nosotros está el poblado de Moynaq, el cual solía ser una aldea pesquera próspera.
Hace 50 años, a costa sur de Aral estaba justo donde estamos parados; ahora está 90 kilómetros hacia el noroeste.
El mar de Aral se encuentra en Kazajstán y Uzbekistán. Durante miles de años estuvo alimentado por dos ríos principales, el Amu Daria y el Sir Daria. Sin flujo de salida, el nivel del agua se mantenía. Pero las cosas cambiaron después de que la República Soviética Socialista Uzbeka se volviera parte del incipiente imperio soviético a principios de los años veinte del siglo pasado y Stalin decidiera convertir sus repúblicas asiáticas centrales en plantaciones de algodón gigantes. Pero el clima árido de esta parte del mundo es inapropiado para sembrar un cultivo tan sediento y los soviéticos emprendieron uno de los proyectos de ingeniería más ambiciosos en la historia del mundo, al cavar a mano miles de kilómetros de canales de irrigación para llevar agua desde el Amu Daria y el Sir Daria hacia el desierto de los alrededores.
?La gota que derramó el vaso fue que agregaron todavía más canales de irrigación en los sesenta?, dice Philip Micklin, profesor de Geografía en la Universidad del Oeste de Michigan.
?De repente, el sistema ya no era sostenible. Sabían lo que hacían, de lo que no se dieron cuenta fue del alcance total de las consecuencias ecológicas y la rapidez con la que el mar se desvanecería?.
Para 1987, el nivel de agua del mar de Aral había bajado tanto que se dividió en dos cuerpos de agua: un mar al norte, en Kazajistán, y uno mayor al sur, dentro de Karakalpakia. En 2002, el mar de sur se volvió tan somero que también se dividió en dos mares, al oeste y al este. En julio del año pasado, el mar oriental se secó por completo. (Lee: ¿Aprovechar el Mekong o acabar con él?)
Nuestro conductor señala por el parabrisas una nube marrón espesa que flota por el desierto. Segundo después estamos envueltos en un polvo tóxico que se infiltra en el vehículo. Me irrita los ojos y puedo sentir la sal intensa, que de inmediato me provoca náuseas.
Este remolino es una de las muchas consecuencias ecológicas que los planeadores soviéticos no predijeron. ?Los geoquímicos pensaron que, cuando el mar se secara, en la superficie se formaría una costra sólida de cloruro de sodio y no habría tormentas de sal -apuntó Micklin-. Estaban completamente equivocados.
Además de los niveles tóxicos de cloruro de sodio, el polvo está aderezado con pesticidas. Las sustancias se han abierto camino en todos los niveles de la cadena alimentaria.
Hoy Karakalpakia registra tasas de cáncer esofágico 25 veces más altas que el promedio mundial. La tuberculosis resistente a múltiples medicamentos es uno de los problemas principales, y las enfermedades respiratorias, distintos tipos de cáncer, los defectos de nacimiento y los desórdenes inmunológicos están muy extendidos. (Video: El río con el mayor riesgo de desaparecer en EUA)
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