Alberto Pereda convivió una breve temporada con los lugareños, y dejó Nepal justo cinco días antes del temblor. Aquí, narra y comparte imágenes del país que no volverá a ser igual.
Alberto Pereda es un fotógrafo que desde inicios de año emprendió un viaje por Asia. Justo cinco días antes del temblor en Nepal, había dejado ese lugar que lo maravilló y en el que pasó un tiempo para conocer la cultura y capturar diversas imágenes de ella. Alberto agradece la casualidad de haber dejado Nepal antes de la tragedia, aunque profundamente lamenta lo que ocurrió, y aquí comparte las fotos que tomó del lugar que nunca volverá a ser el mismo.
Ha pasado más de una semana del terremoto, y las cifras de las víctimas en Nepal siguen aumentando. Desde luego, en semejantes situaciones, los números están muy lejos de dar una idea del sufrimiento que enfrentan las personas. Aún antes del sismo, Nepal era uno de los países menos desarrollados del mundo y enfrentaba muchos problemas para cubrir las necesidades básicas de una buena parte de su población. Los servicios médicos eran muy limitados y la infraestructura carretera y aérea muy elemental; incluso en las principales ciudades del país, los cortes de luz eran parte de la vida diaria de sus habitantes.
Aunado a la pérdida de vidas humanas, está también el severo golpe que sufrió el patrimonio cultural de este país: los siete conjuntos monumentales del valle de Katmandú, declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, sufrieron importantes daños en mayor o menor medida.
La importancia de estos lugares no solo radica en su valor artístico e histórico, sino que son espacios sobre los cuales gira gran parte de la vida religiosa y social de los nepalíes.
En la Plaza Durbar de Katmandú, por ejemplo, cientos de fieles del hinduísmo, la religión mayoritaria del país, acuden día con día a rendir culto a algunos de sus principales dioses y sus diferentes avatares, como Shiva, Hanuman, Taleju y Bhairab. Incluso, en el Kumari Ghar, un pequeño palacio estilo newar, habita Kumari, una niña que los nepalíes consideran la encarnación de la diosa Teleju.
Esta niña diosa solo se asoma unos segundos durante el día desde una de las ventanas del templo ante la mirada curiosa de los visitantes. Nadie puede hablarle o fotografiarle, excepto una vez al año cuando se lleva a cabo el festival de Indra, al final de la temporada de lluvias. Esta menor es elegida por poseer diferentes atributos asociados a la diosa Teleju; una vez que alcance la adolescencia será sustituida por otra niña.
Por otra parte, en la estupa de Boudhanath, monumento budista declarado Patrimonio de la Humanidad, los fieles caminan alrededor para mostrar su devoción, y como acto auspicioso. Destaca la población de refugiados tibetanos que a raíz de la ocupación china huyeron hacia Nepal. En esta área han podido establecerse, levantar numerosos monasterios y preservar su ancestral cultura y tradición.
En otra de las Plazas Durbar, esta vez en la pequeña ciudad de Bhaktapur, apenas once días antes del terremoto se celebraba la entrada del año nuevo de acuerdo al calendario nepalí, el cual es muy diferente al calendario gregoriano utilizado en occidente. Miles de personas hacían suyos los diferentes templos y edificaciones de la ciudad para presenciar las celebraciones que se prolongaron durante nueve días. Esta ciudad, cuyos orígenes se remontan al siglo VIII y que fuera capital de Nepal entre los siglos XII y XV, se distingue no solo por sus plazas principales, sino también porque en cada rincón de la ciudad se aprecia la riqueza de la cultura newar, que los pobladores mantienen viva en su música, su vestimenta, sus celebraciones y artesanías.
Algunos sitios declarados patrimonio de la humanidad en Nepal, y que padecieron el temblor, no solo son parte de la vida de los pobladores, sino también de su inevitable contraparte: la muerte. Tal es el caso del conjunto de templos hinduístas de Pashupatinath, que además de ser uno de los más importantes lugares de peregrinación de los devotos del shivaísmo, es el lugar donde se llevan a cabo los ritos funerarios de los nepalíes. Se encuentra orillas del río Bagmat, y es testigo silencioso de las cremaciones que se llevan acabo a las orillas de este río sagrado para los hinduístas.
Por último, detallando el Nepal que conocí antes del temblor, es importante mencionar a Swayambhunath, un conjunto de templos hinduístas y budistas que se encuentra en una colina a las afueras de Katmandú. El lugar se destaca no solo por conjuntar la arquitectura budista de la estupa con la arquitectura nepalí tipo pagoda y la tipo shikhar de raíces hindúes, sino también porque es el más claro ejemplo de cómo en Nepal dos religiones han sabido coexistir en armonía y enriquecerse mutuamente.
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El terremoto ha dejado severas grietas en la vida y en el patrimonio de los nepalíes. La única esperanza es que, siendo la nepalí una cultura tan viva y tan rica, de alguna forma sabrá resurgir de las manos y el corazón de los nepalíes. Desde luego, también con la ayuda que el resto del mundo pueda brindarle.
Ayuda a Nepal Las crisis humanitarias se prolongan durante muchos meses más después de ocurridas las catástrofes naturales, por lo que todavía es tiempo de ayudar a los damnificados. Consulta las siguientes direcciones electrónicas para mayor información:
Cruz Roja de Nepal http://www.nrcs.org/donate-nrcs
Save the Children ? Fondo de Ayuda de Emergencia para los Niños de Nepal http://www.savethechildren.org/site/apps/nlnet/content2.aspx?c=8rKLIXMGIpI4E&b=9241341&ct=14615143¬oc=1
OXFAM Internacional https://www.oxfam.org/en/countries/nepal
Global Giving
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