Los militares iban de casa en casa instando a los habitantes de una isla del sur de Australia a huir de los incendios que podrían empeorar estos próximos días debido a una nueva ola de calor.
La temporada de incendios, especialmente precoz y virulenta este año, dejó ya 26 muertos en Australia, arrasó una superficie equivalente a la isla de Irlanda y destruyó más 2,000 viviendas.
El jueves, los soldados iban de casa en casa en la localidad de Parndana, en la isla Canguro, en el suroeste de Adelaida, para pedir a sus habitantes que dejen la zona, ante la amenaza de nuevos mortíferos fuegos. En este sector, el termómetro ya alcanzaba los 38 ºC.
«Las condiciones son tales que el riesgo es importante para los bomberos que luchan para controlar los incendios, y para cualquier persona que se encuentre en los parajes», declaró Mark Jones, un responsable local de los bomberos.
«Situación muy peligrosa en Australia»
Las autoridades del estado vecino de Victoria también prolongaron dos días más el estado de catástrofe natural, debido a las elevadas temperaturas que se prevén para el viernes, que podrían atizar los fuegos.
«Nos tendremos que confrontar a una situación muy peligrosa y muy activa en las próximas 12, 24 y 36 horas», declaró Andrew Crisp, un alto responsable de este estado, cuya capital es Melbourne.
El primer ministro de Victoria, Daniel Andrews, advirtió a la población que debía prepararse para una larga prueba.
«Solo estamos al principio de lo que será un muy, muy difícil verano en Asutralia», dijo.
Aunque hubo una breve tregua a principios de semana gracias a unas temperaturas menos elevadas y a algunas precipitaciones, casi 150 incendios seguían activos en Victoria y en Nueva Gales del Sur, los dos estados más afectados y también los más poblados.
«No nos entusiasmemos con la lluvia que hemos tenido», declaró la ministra de la policía de Victoria, Lisa Neville.
«Estos fuegos siguen avanzando, creciendo en nuestro paisaje, y presentan un riesgo importante para nuestra población».
Los bomberos aprovecharon estas condiciones más favorables para efectuar medidas preventivas, como operaciones de desbrozo o fuegos controlados.
«Solo hace falta una chispa para que el fuego prenda, y es lo que nos preocupa para mañana», declaró John Cullen, un responsable de los bomberos.
El cuerpo de bomberos también anunció que un hidrohelicóptero se estrelló el jueves contra una presa. El piloto logró salir a salvo.
En las zonas devastadas en Australia, algunos vecinos ya iniciaron las operaciones de limpieza y de reconstrucción, que podrían durar años.
Nueva Gales del Sur, en Australia, anunció que destinaría 1,200 millones de dólares australianos (680 millones de dólares estadounidenses) para reparar las infraestructuras en las zonas siniestradas. Esto se suma a los 2,000 millones ya prometidos por el gobierno federal para ayudar a las localidades afectadas.
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