Los yihadistas de la rama ultra ortodoxa del Islam han sido vinculados con ataques terroristas ?incluidos los de París-, pero la mayoría de los salafistas considera que la política distrae de la religión.
Hace dos años, el fotógrafo Paolo Pellegrin obtuvo acceso extraordinario a una comunidad de salafistas no violentos en Egipto y documentó sus vidas cotidianas, tradiciones y devoción religiosa. Hablamos con Pellegrin sobre lo que encontró al abrir una ventana hacia una cultura que pocos extranjeros han conocido.
Paolo, ¿podrías explicar cómo empezaste este reportaje? ¿Y quiénes son los salafistas egipcios que retrataste?
Pellegrin: Me sentía un poco preocupado e intrigado, al mismo tiempo. Todos hemos oído hablar de las formas extremas del salafismo radical, que en sus versiones más extremas se convierte en ISIS u otros grupos yihadistas violentos. Pero me interesaba conocer y entender el sentido más profundo del salafismo. [Quería confrontar] los estereotipos del mundo occidental, sobre quiénes son estas personas, en realidad; qué las motiva. Trascender la narrativa común.
Logré conectar con varios grupos, [incluido] un grupo salafista en particular que [practica] la forma de salafismo más pura. Es eminentemente apolítico. Creen que la política distrae del Islam. Son no violentos, creen en la educación, sobre todo la relacionada con su práctica y sus creencias, para poder purificarse, para vivir su fe.
¿A qué te refieres con ?vivir su fe??
Pellegrin: Estos salafistas son muy devotos, su vida gira en torno de la ortodoxia, de acercarse lo más posible a las formas más antiguas de la práctica islámica. Creen sinceramente que el Islam, en su forma más purista, es tan fantástico, tan hermoso, que.. viven en la gracia de Dios.
¿Cómo te identificas con personas que hablan un idioma distinto y en este caso, profesan una religión diferente?
Pellegrin: Tuve la suerte de conocer a un joven salafista, Abdul Rahman, en Al Mansurah, en el norte de Egipto. Digamos que fue mi guía en su mundo. Decidió que yo tenía un alma bondadosa; incluso eligió un nombre musulmán para mí. Les preocupaba tanto mi bienestar espiritual que siempre trataban de convertirme al Islam. Pero el punto es que nos conectamos en un nivel misterioso, de una manera que he experimentado muchas veces en mi vida en general, pero también en mi vida como fotógrafo. Es una conexión que la fotografía te ofrece a veces, como un regalo.
Una de nuestras imágenes favoritas es la de Abdul Rahman orando en la ribera del río Nilo. Háblanos de ese momento.
Pellegrin: Existe la idea de que cada acción, cada momento del día, cada cosa que haces está conectada con Dios. ¿Conoces la filosofía de [Baruch] Spinoza? La idea de que Dios y naturaleza son uno y lo mismo. Al final del día, cuando el sol está por ocultarse, Abdul acostumbra caminar hasta el río, tocando la hierba o una flor para reconocer las manifestaciones de Dios, y reza con tanto fervor e intensidad que sus ojos se arrasan de lágrimas. Fueron muy sinceros, abiertos y generosos al permitirme participar de esos momentos. Aquello era extraño para mí, pero la belleza de todo era innegable.
Quizás la imagen más sorprendente es el rito funerario simulado. Nos sorprendió que te permitieran fotografiar esa ceremonia.
Pellegrin: Así es, incluso mi guía-traductor egipcio, muy religioso y también fotógrafo, no podía creer que nos permitieran presenciar la forma más íntima de sus prácticas religiosas.
Para aclarar, el hombre de la imagen está vivo, ¿correcto?
Pellegrin: Sí, sí. Está vivo. Muy vivo. Solo fue una muerte simbólica. Todo el proceso requirió de varios días de meditación, concentración, ayuno y lecturas del Corán. Por fin, cuando estuvo preparado, lo llevaron a la morgue, donde lavaron su cuerpo y lo amortajaron, según la costumbre. Cuando el cuerpo estuvo listo para el ?entierro?, lo llevaron al cementerio y lo depositaron en una tumba. No pude acompañarlos en esa parte de la ceremonia.
¿Por qué realizan un ritual tratando al hombre como si estuviera muerto?
Pellegrin: La intención es establecer una conexión con este aspecto místico del salafismo, por ello pasa la noche en la tumba para tratar de conectarse con los espíritus de sus antepasados muertos. [Creen que] si consiguen conectarse con el otro mundo, aprenderán a conducirse mejor en este plano.
Otra noche pude ir al cementerio y entramos en una cripta. [Estaba] muy oscuro. Empezaron a entonar una letanía de cánticos, como si recitaran suras del Corán. Fue muy hermoso. Todavía se me eriza la piel al recordarlo. Después de un rato, se sintieron tan conmovidos que rompieron a llorar y se abrazaron. Así que fue algo único y muy, muy especial.
Estuviste con ese grupo de salafistas antes de la reciente oleada de ataques yihadistas. ¿Tienes una idea de qué sienten los salafistas respecto de que usen su religión para justificar y perpetuar la yihad y las acciones extremadamente violentas que les resultan ofensivas? ¿Qué sienten de que algunos occidentales los vinculen con yihadistas violentos?
Pellegrin: [Creen] que han sido distorsionados en extremo, sobre todo en Occidente, pero también en su país. Me parece que esa fue una razón importante para brindarme tanto acceso. Viven con una sensación continua de distorsión, de ser representados como algo que no son.
Los hombres [de Al Mansurah] prefieren vestir la galabia, la prenda tradicional, porque Mahoma solía usarla y [se considera] más conservadora y religiosa. Pero rara vez la llevan en público, porque [las autoridades egipcias] podrían hostigarlos.
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