Acompañada de caracoles y conchas marinas, la tumba de Neve demuestra el dolor de la pérdida entre humanos prehistóricos.
Hace 10,000 años, una bebé de entre 40 y 50 días de nacida murió por causas desconocidas en lo que hoy es Liguria, al noroeste de Italia. La menor formaba parte de un grupo de cazadores-recolectores y el hallazgo de su tumba (la más antigua de una niña en Europa) revela detalles inéditos sobre las prácticas funerarias y el papel de los recién nacidos en las sociedades humanas prehistóricas.
Después de dos años de excavación que habían arrojado distintas herramientas de piedra, el equipo a cargo exploró una nueva sección de la cueva de Arma Veirana donde hallaron conchas marinas perforadas, una garra de búho y otros objetos que sugerían la realización de prácticas funerarias al interior que datan de hace unos 10,000 años.
En 2017, el equipo realizó un hallazgo clave en la cueva: sobre decenas de caracoles marinos y alrededor de una línea formada por conchas perforadas, los arqueólogos encontraron los restos de un cráneo humano que por sus proporciones, perteneció a un individuo recién nacido.
El hallazgo, único en su tipo debido a la dificultad que entraña encontrar restos de individuos recién nacidos bien conservados debido a su tamaño, fue examinado con más detenimiento en el laboratorio por Jamie Hodgkins, paleoarqueólogo de la Universidad de Colorado, explorador de National Geographic y principal autor del estudio.
Las pruebas de ADN confirmaron la excepcionalidad del descubrimiento: aunque en la mayoría de hallazgos similares resulta imposible extraer material genético sobreviviente al paso de decenas de miles de años, los análisis de fragmentos de ADN nuclear de la bóveda craneal revelaron que se trataba de una niña y decidieron llamarla Neve.
La datación por radiocarbono determinó que Neve vivió hace 10,000 años, mientras que el análisis de tres piezas dentales detalló que murió entre 40 y 50 días después de nacida. Y aunque no se sabe la causa de su muerte, las mismas piezas demuestran que aún en el vientre materno, experimentó eventos estresantes que detuvieron la formación de sus dientes entre 47 y 28 días antes de nacer.
Tras su muerte, su grupo se encargo de disponer cuidadosamente de sus restos, un acto que según los autores del estudio, significó una «inversión material y emocional» representada en las 60 cuentas y colgantes realizados con conchas marinas, los caracoles y la garra de búho con los que fue enterrada.
De ahí que la tumba más antigua de una niña jamás hallada en Europa revele que los recién nacidos eran considerados parte integral de los grupos humanos de la prehistoria, mientras que su entierro, producto de una preparación minuciosa, sugiere el dolor de la pérdida.
Ahora lee:
Mtoto, el entierro de un niño de tres años que revela el funeral más antiguo del mundo