Noiva do Cordeiro: el poblado al sureste de Brasil donde las mujeres exiliaron a los hombres para siempre

Los hombres fueron exiliados por completo de Noiva do Cordeiro, un poblado al sureste de Brasil donde el matriarcado gobierna la vida de todos los días.

Si reconoces el nombre Noiva do Cordeiro, puedes conocerlo como el pueblo donde todo está dominado por mujeres, las mujeres son todas jóvenes y hermosas, regularmente envían a sus hombres al exilio, y luego las mujeres jóvenes y hermosas invitan a los hombres elegibles a una versión salvajemente ficticia de un lugar real.

Ni una afirmación en ese primer párrafo es cierta sobre la actual Noiva do Cordeiro, una comunidad rural aislada en el sureste de Brasil. Pero los emocionantes informes han circulado durante una década o más, desde que se publicaron algunos artículos provocativos, replicados por los medios de comunicación de todo el mundo e inscritos permanentemente en Internet.

Para que conste: tantos hombres como mujeres viven en Noiva, con una población de aproximadamente 350. La mayoría de los hombres están fuera semanalmente, trabajando en una ciudad cercana. La mayoría de las mujeres trabajan en el pueblo, que los residentes administran en forma comunal. Las mujeres (de todas las edades) toman los adornos con buen humor y se enorgullecen de la verdadera historia de las mujeres de Noiva, especialmente de una línea familiar. A fines del siglo XIX, una joven desafió a la iglesia y la sociedad para establecer un asentamiento poco convencional. Hoy, una mujer de 78 años, la nieta del fundador, lidera la comunidad próspera y en evolución.

María Senhorinha de Lima creció en un Brasil del siglo XIX inmerso en el machismo de los colonizadores portugueses y el dogma del catolicismo romano. Después de tres meses de matrimonio forzado, María huyó con un hombre al que amaba, Chico Fernandes; como castigo, la iglesia excomulgó a María ya cuatro generaciones de sus descendientes. María y Chico se establecieron en tierras en el estado de Minas Gerais. Más personas se unieron a ellos, incluidas otras mujeres expulsadas por la iglesia; creció una comunidad, moldeada por la igualdad de género y la libertad de religión.

Pero la excomunión persiguió a las familias del asentamiento. Las mujeres tildadas de “pecadoras” no podían salir del pueblo con seguridad; cuando los niños intentaban ir a la escuela en los pueblos vecinos, los llamaban “hijas de prostitutas” y los rechazaban. “Fue muy triste”, recuerda Marcia Fernandes, una de las descendientes de María. Aún así, el pueblo se mantuvo durante décadas como un puesto avanzado de tolerancia, dando la bienvenida a los inconformistas, los impenitentes, los marginados.

Eso cambió con la llegada en la década de 1940 de Anisio Pereira, un evangelista protestante que basó su versión del cristianismo en una lectura literal de las Escrituras. Fundó una iglesia y ofreció la salvación a los antiguos católicos que lo obedecían; restringió el alcohol y la música, y ordenó que las mujeres estuvieran subordinadas a los hombres en todo. A medida que aumentaba su dominio en la década de 1960, el predicador de 45 años se casó con una joven de 16: Delina Fernandes, nieta de María.

“Fue duro, muy duro”, dice María Doraci de Almeida, de 75 años, quien vivió bajo el liderazgo de Pereira. “Las mujeres no teníamos voz. No podía tomar anticonceptivos ni hacerse una cesárea. Delina tuvo a sus hijos en casa, 15 niños, sin partera. En una ocasión tuvo a su hija a las cinco de la mañana, y dos horas después ya estaba limpiando un cerdo en el matadero”.

Pereira nombró a su iglesia con una tierna metáfora religiosa: Novia del Cordero, Noiva do Cordeiro. Pero Rosalee Fernandes Pereira, de 58 años, la tercera hija de Delina, dice ahora que su padre era “muy fanático”. Sus enseñanzas, dice ella, no eran “las que nos iban a llevar al reino de Dios”. Sin embargo, nunca fue depuesto del liderazgo.

Cuando Pereira murió en 1995, su iglesia fue cerrada y demolida. El pueblo conservó Noiva do Cordeiro como su nombre, pero para cimentar el cambio de estilo de vida, uno de los hijos de Pereira abrió más tarde una taberna al otro lado de la calle. Delina ascendió para liderar la comunidad. Su enfoque empoderó a las mujeres del pueblo, pero no pareció molestar a los hombres del pueblo.

“Las mujeres aquí son muy trabajadoras. Los valoramos. Son fuertes; son ejemplos a seguir”, dice Marcos Fernandes, quien junto a su hermano Eduardo cuidan las gallinas del pueblo. “La señora Delina, por ejemplo, es nuestra mayor influencia. No puedo imaginar la vida sin ella. Su presencia es tan fuerte que la siento sin verla”.

Delina es ampliamente reconocida por hacer de Noiva una vez más una comunidad inclusiva. En respuesta a la creciente pobreza a fines de la década de 1990, propuso que todo en el pueblo fuera compartido, incluido el trabajo requerido para la cosecha. “No teníamos nada; ¿qué más podríamos hacer?» dice ella.

Los residentes compraron una gran parcela de tierra cerca de Noiva, donde cultivan 3500 árboles de mexérica (mandarín) y hileras aparentemente interminables de plantas de café, los principales cultivos comerciales de la comunidad. También cuidan un huerto y animales de granja de propiedad comunal. Muchos propietarios también tienen sus propias huertas, de las cuales contribuyen a la olla comunitaria. A los aldeanos se les asignan tareas como buscar leña, coser y limpiar los espacios compartidos.

“Funcionó”, dice Delina con orgullo. “No tenemos ni riqueza ni dinero, pero tenemos abundancia”. Hoy pasa gran parte de su tiempo en la Casa Madre central del pueblo, sentada en la cocina, bebiendo café y cortando repollo para alimentar a las gallinas. Allí también escucha a los residentes que acuden a ella con sus problemas y les da consejos.

Hace varios años, un joven llamado Erick Araújo Vieira regresó a Noiva. Creció allí y se mudó a los 18 años para asistir a la universidad en la capital del estado, Belo Horizonte. Cuando llegó a casa, fue a ver a Delina y le dijo que era gay. En ese momento no había hombres abiertamente homosexuales en Noiva. Él temía el rechazo, dice ella.

“Vino llorando a decirme que sabía que era pecado, que no iría al cielo. Le dije que se sacara eso de la cabeza”.

Delina sugirió a sus hijas Keila y Marcia que produjeran una obra de teatro que abordara cuestiones sobre la identidad y la orientación sexuales. La obra ayudó a generar discusión y aceptación en la comunidad. Los padres de Vieira lo rechazaron al principio, pero su relación mejoró más tarde, gracias a las actitudes más abiertas de los demás en el pueblo. “Cuando vino con un novio, los mayores lo entendieron”, dice Marcia. “Él allanó el camino para los demás, como mi hijo, que salió después”.

Las actuaciones comunitarias ahora se llevan a cabo todos los sábados. Van desde comedias y espectáculos basados en hechos actuales hasta un acto musical inspirado en Lady Gaga que ha llamado la atención más allá del pueblo, presentándose en São Paulo y Río de Janeiro.

Aunque Río está a apenas seis horas en automóvil, los aldeanos parecen estar tan contentos que la mayoría no expresa ningún deseo de salir de su hogar. Noiva se siente como un refugio de los caminos tóxicos de la vida, donde se prefiere la colaboración a la competencia y la discordia da paso a la armonía.

¿Por qué no seguirle el juego a la broma? Muchos en Noiva lo hicieron cuando los periodistas visitantes escribieron que era un pueblo con pocos hombres, gobernado por mujeres parecidas a las amazonas, y donde fluía la leche y la miel. Titulares como “Pueblo perdido de mujeres brasileñas llama a hombres solteros” atrajeron a pretendientes de todo el mundo, y los equipos de filmación buscaron reclutar mujeres de Noiva para programas de telerrealidad.

“Cuando venían los reporteros, solía despedir a los hombres” para mantener la ficción de que en Noiva solo vivían mujeres, bromea la matriarca Delina. Su hija Marcia se ríe y agrega: “Con esa historia de gringos que vienen a buscar esposa, los hombres aquí se sintieron amenazados y todos se casaron. Incluso los que estaban arrastrando los pies”.

La hija de Delina, Rosalee, ve un punto detrás de la exageración de los medios. Para los extraños, puede parecer que las mujeres de Noiva dominan a los hombres, pero en realidad, “lo que sucede es que aquí hay una verdadera igualdad”, dice ella. “En el resto del mundo, no lo hay.

“Aquí somos seres humanos. Es tan simple que es difícil de explicar”.

Este artículo es de la autoría de Paula Ramón. Se ilustró con la mirada fotográfica de Luisa Dörr.

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