Son miles y gastan millones tratando de ordenar poblaciones acorde con los intereses de algunas industrias..
Nueva York tiene Wall Street, símbolo del poder financiero. Y Washington tiene K Street, símbolo del poder de los lobbies o grupos de presión. La industria del cabildeo se gasta cada año miles de millones de dólares en influir en la agenda política de la capital estadounidense al son del interés de quienes pagan.
En vísperas de la campaña para las elecciones presidenciales de 2016, el poder del dinero en la política cobra de nuevo relevancia. Hillary Clinton, candidata a las primarias demócratas, aceptará donaciones de lobistas, a diferencia de lo que hizo el presidente Barack Obama, según explicaron recientemente los responsables de su campaña política.
Seis manzanas separan el hotel Willard, donde el presidente Ulysses Grant (1822-1885) popularizó el termino lobista, de K Street, la calle K, donde se concentran la mayor parte de los grupos de presión en la capital estadounidense.
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El término lobby -"grupo de personas influyentes, organizado para presionar en favor de determinados intereses", según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua- nació en el siglo XIX en Inglaterra para designar los pasillos de la Cámara de los Comunes donde los grupos de interés solían ir para discutir con los miembros del Parlamento británico y tratar de influir las políticas que estaban debatiendo.
Su uso se extendió en Estados Unidos durante la presidencia de Grant, hasta el punto de que muchos consideran que el término lobby para referirse a los grupos de cabildeo se acuñó en el "lobby" (vestíbulo) del elegante hotel Willard, en la avenida Pensilvania.
Después de un larga jornada de trabajo en el Despacho Oval, Grant solía ir caminando al hotel Willard, cerca de la Casa Blanca, para tomar una copa de brandy y fumar un puro. Muchas personas acudían al lobby del hotel para tratar de influir en el presidente. De ahí que él les llamara lobistas, según se explica en la galería histórica del Willard.
El poder y la influencia son marcas registradas en K Street. La cadena de televisión HBO se adentró en las bambalinas de Washington con la serie "K Street". Estrenada en 2003, no tuvo sin embargo el éxito de "The West Wing" o "House of Cards", que muestran las grandezas y miserias de la política estadounidense.
Según la legislación estadounidense, los lobistas están obligados a enlistarse en un registro federal.
En 2014, los grupos de presión emplearon a 11,800 cabilderos en Washington y se gastaron 3,240 millones de dólares, una cifra inferior a la registrada en 2010, cuando la industria del cabildeo se gastó una cifra record de 3,520 millones de dólares, según la web opensecrets.org de la ONG Center for Responsive Politics, que vigila, entre otras cosas, la actividad de los lobbies.
James Thurber, director del Centro para Estudios del Congreso y Presidenciales de la American University en Washington, considera que la industria del cabildeo es mayor de lo que refleja el registro federal y calcula que puede emplear a unas 90,000 personas en la capital estadounidense y sus alrededores.
Fabricantes de armas, farmacéuticas, aseguradoras, bancos y constructoras tratan de marcar la agenda política de Washington a través de los diferentes lobbies y a golpe de talonario.
En lo que va de 2015, la Cámara de Comercio de Estados Unidos es la que más se ha gastado en actividades de lobby (19.6 millones de dólares), seguida de la Asociación Nacional de Agentes Inmobiliarios (7.7 millones de dólares), la Asociación Médica de Estados Unidos (6.9 millones de dólares) y la empresa sanitaria Blue Cross/Blue Schield (5.7 millones de dólares).
La empresa Google, con 5.4 millones gastados en lo que va de 2015, ocupa el quinto puesto en gasto en cabildeo, por delante de gigantes como General Electric, AT&T, Boeing, Lockheed Martin o Verizon Communications, según el Center for Responsive Politics.
En los últimos años también se han multiplicado por cinco los lobbies religiosos, que han pasado de ser 40 en 1970 a más de 200 en 2011.
Según un estudio del Pew Research Center, estos lobbies religiosos emplean a unas 1,000 personas y se gastan al año 350 millones de dólares en tratar de influir la política washintoniana en cuestiones como el aborto, la pena de muerte, el matrimonio homosexual, las relaciones entre la Iglesia y el Estado, la promoción de los derechos humanos o la investigación con células madres.