Conoce la curiosa historia de esta famosa reina.
Juana I de Castilla, más conocida como «Juana la Loca«, nació el 6 de noviembre de 1479 en Toledo. En su infancia aprendió latín y poseía notables aptitudes para la música. Sus padres, los Reyes Católicos, negociaron los matrimonios de toda su descendencia. Esto fue con el objetivo de asegurar y fortalecer el reinado.
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De este modo, para reforzar los lazos con Maximiliano I de Habsburgo, archiduque de Austria y emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, decidieron unir en matrimonio a sus hijos.
Cuando Juana contaba con tan solo 16 años de edad, fue enviada el 20 de agosto de 1496, para conocer a su futuro marido Felipe, duque de Borgoña y era el segundo hijo del emperador.
Cuenta la leyenda que los futuros esposos al conocerse se enamoraron plenamente. La bella Juana captó la atención de Felipe, apodado «el Hermoso«, desde el primer momento en que la vio y ella también quedó flechada.
La atracción fue tal que decidieron adelantar la boda cuatro días antes porque ya querían consumar el matrimonio.
El gran problema, después, fue que Felipe el Hermoso era muy mujeriego. Los celos de la reina llegaron al borde de la locura. En una ocasión Juana llegó a agredir físicamente a una cortesana. Esto fue porque pensaba que se estaba acostando con su marido.
Una de las anécdotas más macabras fue cuando murió su marido. Juana no dejó que nadie se acercara al cadáver durante dos meses. Solo ella tenía la llave del ataúd y lo abría frecuentemente para besar a Felipe el Hermoso.
Juana «la Loca» fue primero infanta de Castilla y Aragón, luego archiduquesa de Austria, duquesa de Borgoña y Brabante y condesa de Flandes. Finalmente, reina propietaria de Castilla y de León, de Galicia, de Granada, de Sevilla, de Murcia, de Jaen, de Gibraltar, de las Islas Canarias y de las Indias Occidentales (1504 – 1555); de Navarra (1515 – 1555) y de Aragón, de Valencia, de Mallorca, de Nápoles y Sicilia (1516 – 1555), además de otros títulos como condesa de Barcelona y Señora de Vizcaya, títulos heredados tras la muerte de sus padres, con lo cual unió definitivamente las coronas que conformaron España, a partir del 25 de enero de 1516.
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