Los dibujos de los bosquimanos son las más antiguas expresiones de arte religioso, y tienen hasta 27,000 años de antiguedad.
Miles de pinturas de los bosquimanos, muchas de ellas milenarias, se encuentran diseminadas en varios lugares del sur de África. Los expertos empezaron a comprenderlas hace relativamente poco y muchas están desapareciendo, por lo que la tecnología moderna podría ser la única forma de salvarlas.
Cerca de la granja Schaapplaats, en la ciudad sudafricana de Clarens, pueden verse algunas de esas pinturas rojizas y amarillas. Algunas son figuras humanas con cabezas de animal junto a un grupo de antílopes o cazadores que persiguen a un corzo. Pero otras se han difuminado entre las piedras.
Es sólo uno de los 100,000 legados rupestres que dejaron en la región durante milenios los bosquimanos, considerados los primeros habitantes de África y uno de los grupos humanos más antiguos.
Las pinturas están repartidas por Sudáfrica, Namibia, Botsuana, Lesotho, Suazilandia, Mozambique y Angola y se estima que tienen entre 100 y 27,000 años de antigüedad. Sudáfrica tiene más de 8,600 enclaves conocidos y se siguen descubriendo más. Según la experta Jannette Deacon, podría haber más de 25,000.
Esas pinturas son unas de las más antiguas expresiones de arte religioso y dan pistas sobre el lugar "del que venimos como humanos y sobre el que ocupamos en el Universo", apunta por su parte Siyakha Mguni, especialista en arte rupestre de la Universidad Witwatersrand de Johannesburgo.
Según Mguni, hasta ahora se ha estudiado menos del 10 por ciento de los enclaves rupestres del sur de África. Y los investigadores se enfrentan a una carrera contra el tiempo para descifrar su significado, en medio del deterioro provocado por la lluvia, el sol, los animales y el vandalismo.
Los bosquimanos, también conocidos como san, fueron menospreciados y diezmados durante siglos por las poblaciones bantu y las potencias coloniales europeas.
Sólo quedan unos 100,000 san en el sur del continente y ahora se están adaptando a la vida moderna, por lo que ya no pintan en rocas ni cavernas.
En la antiguedad también se hacían grabados en pequeñas rocas a la intemperie, como en Wildebeest Kuil, cerca de Kimberley, donde hay más de 200 de una antiguedad indeterminada y que se encuentran expuestos al sol. En las rocas, situadas unas junto a otras, pueden verse elefantes, rinocerontes o antílopes, así como símbolos cuyo significado todavía se desconoce.
"El arte rupestre san no es menos complejo ni simbólico que, digamos, el arte renacentista italiano", afirma el especialista David Lewis-Williams.
Consideradas durante mucho tiempo como simples garabatos de pueblos primitivos, las pinturas rupestres no comenzaron a estudiarse hasta comienzos del siglo XX y hasta los años 80 no se descubrió el código para descifrarlas.
"Entonces se comprendió que el arte rupestre de los san representaba el núcleo de sus creencias religiosas y de su visión del mundo", explica Mguni. No se realizaban con motivos decorativos o mágicos, como se pensó inicialmente, sino que mostraban el mundo a través de los ojos de los chamanes bosquimanos cuando estaban en trance.
En las pinturas se ve a chamanes metamorfoseándose en animales para tomar sus poderes, danzas sanadoras o animales que se creía atraían la lluvia. La superficie de la roca era para ellos un velo y las grietas llevaban a los pintores a un mundo invisible. Las imágenes se creaban con pintura mineral que contenía sangre animal, entre otros de antílope eland, sagrado para los bosquimanos.
Muchas de las imágenes todavía no se comprenden, cuenta Mguni, quien acaba de interpretar que unas construcciones que se erigen hacia el cielo simbolizan "la casa de dios". Y muchas de las pinturas se perderán antes de que los investigadores las descubran. Las que ya se conocen no pueden restaurarse, pues no se sabe exactamente qué materiales utilizaron los artistas en cada caso.
La única posibilidad de poder transmitirlas a las generaciones futuras es copiarlas. En el Instituto de Arte Rupestre Witwatersrand se documentaron más de 3,000 lugares rupestres. Pero los dibujos o fotografías son insuficientes para expresar grandes grupos de imágenes o la curvatura de las rocas.
Algo así sólo puede lograrse con la última tecnología, como cuenta Michelle Dye, del Fondo Africano de Conservación. Este empleó escáneres láser tridimensionales para documentar 87 enclaves rupestres san en las montañas orientales de Drankensberg, en cooperación con una universidad local.
Las imágenes de las rocas escaneadas en alta precisión se combinan con fotografías de alta resolución de las pinturas para permitir al espectador adentrarse en una copia virtual del lugar.
El Fondo Africano de Conservación y el Instituto Witwatersrand han empezado a subir a Internet ese material digital para poner a disposición del mundo moderno esas visiones milenarias de los chamanes bosquimanos. "Lo próximo que nos gustaría hacer es iluminar digitalmente los colores de las imágenes", cuenta Dye, del Fondo de Conservación. "Nuestro problema es la financiación".
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