Reconectarnos con la tierra y el ganado, el propósito de la fotógrafa neozelandesa Cally Whitham.
Para muchos, la palabra ?pollo? es un pedazo de carne blanca, que es preferible a un pedazo de carne roja. Porque, vamos, ¿cuántas veces vemos a un pollo si no es sobre un plato?
Pero llega un momento cuando nos conectamos íntimamente con el ganado y las aves de corral, una relación que se hace evidente en nuestras historias más importantes y en nuestra cultura popular, desde ?El Patito Feo? hasta la parábola bíblica de la oveja perdida y ?El viejo McDonald tenía una granja?. Descendemos de personas que podían distinguir entre un borrego y otro.
?En tiempos modernos, la mayoría hemos perdido nuestra conexión con la tierra y el ganado que nos da el sustento ?dice la fotógrafa neozelandesa Cally Whitham-. En vez de conocer a los animales de manera individual, nos hemos familiarizado con el cordero, la res, el pollo o el cerdo como un producto?. El deseo de reformar esas conexiones perdidas es lo que motivó a Whitham a crear retratos de animales de granja que parecieran obras maestras de la escuela holandesa.
Es una idea romántica, pero estar tan divorciados de algo de lo que aún dependemos para sobrevivir tiene consecuencias muy reales. Nuestra salud, la salud de los animales, y la salud del planeta están estrechamente ligadas con la manera como practicamos la ganadería, y en cierta medida, esa práctica es influida por nuestra percepción de los animales de granja. (Lee: El nuevo granero del mundo)
?La filósofa Elaine Scarry ha observado que ?la belleza siempre tiene lugar en lo particular? ?dice el autor Jonathan Safran Foer en su libro, de pertinente título, Eating Animals-. Por el contrario, la crueldad prefiere la abstracción?.
Para nosotros, es fácil aceptar la ganadería intensiva en lo abstracto. Pero quizás si desarrollamos una veneración, o al menos una familiaridad, por la belleza muy particular que está presente en el rostro de una cruza de cerdo Wessex, o en un gallo blue silkie, podríamos empezar a borrar esa línea divisoria.
?Quería retratar a los animales como individuos dignos, fotografiarlos de una manera que les confiriera un valor, una importancia, que les diera el mismo peso que tienen las pinturas de la aristocracia o de nuestros antepasados ?dice Whitham-. Nuestras percepciones han cambiado, pero la importancia que ellos tienen, no. Quería devolverles una luz que habían perdido?.
Whitham hizo que sus fotos lucieran más como pinturas durante la postproducción, cuando añadió cuidadosamente varias capas de luces y sombras, creando un dramático efecto de claroscuro.
Fue un reto conseguir que los animales posaran para un retrato. Y las ovejas fueron mucho más difíciles de captar. ?En cuanto las asustas, se echan a correr", dice.
"Existe una línea muy tenue entre voltearte a ver cuando te aproximas y emprender el vuelo?. Las aves también fueron muy complicadas, porque es difícil que miren a la cámara, y el mejor lugar para conseguir una buena imagen, es el interior del corral. Por otro lado, las vacas son muy curiosas, pero, según Whitham, ?pueden darte un buen susto cuando corren colina abajo hacia ti?.
Whitham vive en una región rural y de hecho, tiene algunas alpacas y pollos en su propiedad, pero no es vegetariana ni finge comportarse perfectamente en el supermercado. ?Por supuesto que pongo ?productos animales? en el carrito, y evito pensar en el individuo que murió para que yo coma ?dice-. Pero compro con cuidado. Considero que si vamos a seguir consumiendo animales, debemos darles la mejor vida y la mejor muerte posibles?. (Lee: Vacas por internet)
Cuando vemos un retrato con marco dorado colgando en la pared de un museo, pensamos que el sujeto retratado tuvo gran importancia. Al capturar a una vaca Murray grey en la pose adecuada, con buena luz, y con un cierto potencial en la mirada, Whitham nos hace recordar esa importancia. Dependemos de estos animales, los cuales son de razas tan diversas como el mejor amigo del hombre, y merecen nuestro respeto.
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