Entre los escombros y los equipos de brigadistas, la fotógrafa mexicana Laura Silvana Flores Sánchez habla sobre cómo se vivió la tragedia tras los sismos en Turquía.
Una mujer turca está envuelta en un remolino de niños pequeños. Parece ser su maestra, recuerda la fotógrafa Laura Silvana Flores Sánchez: les escribe mensajes de aliento sobre la tela de una tienda de campaña, que forma parte del conjunto de viviendas provisionales de la Gestión de Desastres y Emergencias (AFAD). Sólo unos días antes había sido el terremoto que devastó el sureste de su país, y gran parte del norte de Siria.
Ahora, como ella, millones de personas viven en las inmediaciones de las ciudades principales, con saldos que superan los 44 mil decesos. Mientras que la Organización Mundial de la Salud (OMS) describía a la tragedia como «el peor desastre natural del siglo en Europa«, una llamarada de brigadistas y equipos de rescate llegaba a Turquía para atender la tragedia. Y no era para menos: el movimiento devastó más de 10 ciudades turcas. Entre ellos, también iban periodistas de diferentes nacionalidades. Silvana fue una de ellas. Ésta es su historia.
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Una trayectoria telúrica
«Yo estaba haciendo mis prácticas profesionales en una agencia de fotografía y publicando en algunos medios nacionales», recuerda Flores Sánchez, «y pues, se cruzó el sismo». Con ello se refiere al terremoto del 19 de septiembre de 2017, que sacudió la Ciudad de México con una intensidad similar a como había sucedido 32 años antes, en exactamente la misma fecha: el 19 de septiembre de 1985.
Silvana estudió periodismo en la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en la capital del país. Desde sus primeros momentos como fotógrafa, se ha inclinado a fotografía y la producción visual. Y le sucedió lo mismo que a quienes nos dedicamos a escribir: próxima a terminar sus estudios, empezó a colaborar en publicaciones pequeñas, con el cuestionamiento incómodo de qué quería hacer desde la fotografía.
Pero cayó la pandemia.
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Olas sísmicas y sociales
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A pesar de la turbulencia que generó la movilizaciones feministas fueron el epicentro de su cobertura social.
«Como persona que creció en la Ciudad de México», explica en una entrevista con National Geographic en Español, «o en México, más bien, muchas de las peticiones de las chicas también eran mías.»
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Silvana explica que no le gusta hablar de víctimas. Después de cubrir el terremoto de Turquía y otras tragedias similares, prefiere el término sobrevivientes. Llegó a Turquía para apoyar en la documentación de búsqueda y rescate del grupo de topos Br-19, asociación civil que se conformó después del terremoto del 19 de septiembre de 1985.
Gran parte de su trabajo en el sureste turco se basó en documentar la acción de los miembros del equipo. Les acompañó a Hatay, un estado colindante con Siria. «Fuera de ir a fotografiar el desastre y a ver las casas destruidas, yo quería conocer a las familias: qué iba a pasar con ellas».
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«Yo no hablo turco»
«Me encontré con una sociedad muy parecida a la mexicana«, explica Silvana Flores Sánchez sobre su experiencia en Hatay: «personas con familias grandes, que crecían en sus mismos entornos.»
Silvana compara ambas realidades: en México, las familias generalmente tienen casas; en Turquía, viven en edificios. Finalmente, como explica la BBC, Medio Oriente no construye pensando en los movimientos de la Placa de Anatolia.
Ante la tragedia y entre las calles rebosantes de viviendas derruidas, Silvana reconoce que «escuchar a la gente es una labor que nos debemos como periodistas«. Y así lo vivió en uno de los campamentos, cuando se encontró con la chica que estaba dibujando con los niños afuera de una de las carpas:
«Obviamente yo no hablo turco», reconoce la Flores Sánchez, «pero la mejor herramienta del mundo es Translate.» Sólo así logró comunicarse con la mujer, quien contestaba a sus preguntas con el traductor digital como intermediario. «Yo escribía algo; ella escribía algo. Así nos respondíamos.»
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Café turco
En un punto, la mujer invitó a Silvana a su propio campamento para tomarse un café juntas. «En ese momento, llegó su hermana y empezaron a cuchichear», recuerda la fotógrafa mexicana. «Luego me tomaron las dos del brazo y me llevaron al interior de la tienda. Ahí, me preparan un café turco con un chocolate». No todos los momentos fueron para compartir así.
Por el contrario, Flores Sánchez también se enfrentó a las familias que esperaban los cadáveres de sus seres queridos, que se habían quedado bajo las ruinas. Ante a la pregunta de cómo saber qué retratar cuando se está en un campo tan frágil, fragmentado, fraterno, Silvana Flores Sánchez reconoce que, a veces, le cuesta levantar la lente:
«Entiendo al gremio: detrás de una cámara, un fotógrafo, o lo que sea, está una redacción que le exige,» comparte Flores en entrevista.
En el campo, Silvana pudo documentar cadáveres, edificios destruidos, damnificados que se habían quedado en los escombros. Pero «yo me sentía que le debía respeto a la persona, y que si no me lo estaban pidiendo, no era necesario hacerlo. Yo podía bajar la cámara. Yo tuve la fortuna de decidir.»
Laura Silvana Flores Sánchez es una fotógrafa documental, fotoperiodista y documentalista audiovisual con base en la Ciudad de México. Estudió la carrera de Ciencias de la Comunicación en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales – UNAM. Ha trabajado con Agencia Press Photo, Agencia Anadolu y Xinhua. Ha publicado en diversos medios nacionales e internacionales, y colaborado con en el documental «Si pudiera desear algo» de Dora García, colaboradora en Peace Peace Now Now, de Lydia Cacho para STAR +. Su trabajo fotográfico ha sido la portada del Colegio de Etnólogos y Antropólogos Sociales 2021, número dedicado a las Antropólogas Feministas en México. Además ha publicado en National Geographic en Español. Actualmente trabaja el tema de los sismos a partir de su cobertura en México y en Hatay, Turquía.