Después de una exhaustiva búsqueda por parte de los showrunners de la precuela de la saga, la mayor de las Islas Canarias -el archipiélago español de islas volcánicas a 100 kilómetros de la costa de Marruecos-, fue la opción perfecta.
“Sabíamos que necesitábamos un lugar que fuera caluroso y arenoso”, comenta la productora ejecutiva Lindsey Weber. “Rhûn (la tierra donde se desarrolla la historia) es un entorno traicionero y vasto, y Tenerife ofrecía todo eso”.
El 40% de la masa continental de Tenerife es un parque nacional que posee un clima inmejorable con 300 días de sol al año. El Charco de la Laja, una piscina costera formada por roca volcánica, ofreció un espacio visualmente impresionante, el entorno perfecto para que los personajes vivan peligrosas aventuras.
Por esta razón, la segunda entrega de El Señor de Anillos: Los Anillos del Poder, serie basada en los libros de J.R.R. Tolkien, se rodó en el Parque Nacional del Teide y la localidad de San Juan de la Rambla, entre otras zonas de la isla.
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El conjunto de ínsulas, entre las cuales está Tenerife, se formó hace unos 25 millones de años, tras una erupción volcánica submarina. La primera referencia que se tiene de la isla se debe al escritor y militar romano Plinio, apodado El Viejo, quien escribió sobre las Fortunatae Insulae (las Islas Afortunadas, alrededor del último tercio del siglo I d.C.
Siglos más tarde, tanto castellanos como normandos, llegaron a invadir estas tierras, aunque la conquista no concluyó hasta 1496, casi a la par de la llegada de Colón al Nuevo Mundo. Los habitantes de las islas, conocidos como guanches, cayeron ante el capitán Alonso Fernández de Lugo, quien fue nombrado por los reyes de Castilla como gobernador del archipiélago.
De ahí que el equipo de producción de Los Anillos del Poder haya sucumbido ante la belleza natural y la historia de Tenerife.