Arqueólogos revelan detalles sobre el estilo de vida de las poblaciones prehispánicas de la región.
Arqueólogos dieron a conocer la evolución en el estilo de vida de los asentamientos arqueológicos de Mérida a lo largo de dos milenios, tras la recabación de material en sitios periféricos a T?hó, la antigua urbe maya que existió en lo que hoy es el municipio de Mérida, en Yucatán.
De acuerdo con Luis Raúl Pantoja Díaz, coordinador del Proyecto Arqueológico Región de Mérida (PARME), programa que se estableció en 2004, del 900-800 a.C. al 900-1050 d.C ?no toda la población fue homogénea, había patrones específicos para los aspectos funerarios y rituales, así como para el sistema constructivo y el uso del espacio.
?En algunos sectores hemos notado que la presencia de agua fue un detonante importante y se desarrollaron técnicas de captación y almacenamiento de agua. La arquitectura doméstica también se transformó, en periodos tempranos fueron casas de planta circular, menos elaboradas y tiempo después la forma del terreno se hizo rectangular.
?Lo anterior sucede también con los patrones de enterramiento, de consumo y uso de herramientas líticas, por ejemplo, se extendieron las redes de comercio, de modo que incluso encontramos obsidianas que viajaron por una ruta marítima, entrando por el río Motagua hasta el mar Caribe y por la costa caribeña?. (Fotografías: Ingenio maya)
Los conquistadores percibieron la grandeza de la urbe maya, y en 1542 fundaron Mérida; dándole el mismo nombre de la ciudad española que resguarda importantes ruinas romanas.
La información que presentaron los arqueólogos surgió de la investigación en 14 sitios de 223 que se tienen registrados en torno a T?hó, y parte de las piezas descubiertas se presentan en la exposición T?hó. La vida prehispánica en Mérida, que se presenta en el Museo Regional de Antropología. Palacio Cantón, en Mérida.
La muestra incluye 180 piezas inéditas, elaboradas en distintos materiales y obtenidas en las excavaciones: objetos cerámicos, de jadeíta y serpentina, metal, concha y hueso.
En la colección sobresalen figurillas en las que quedaron modelados los rostros de los antiguos pobladores e incluso rastros de enfermedades y deformaciones. También se observa cómo el maya común emuló el lujo de las clases altas, por ejemplo, hay collares de estuco de cal que imitan conchas; además se exhibe el Vaso del Señor de Sitpach, el cual formó parte de la ofrenda dispuesta en el entierro de una mujer, la vasija posee jeroglíficos y posiblemente fue traída de lejos como regalo para un cacique, o bien, las figuras pueden estar representando a sus propietarios.
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