Una especialista descubre cómo el anfibio que no podría soportar el agua salada, pudo llegar a una isla frente a la costa africana.
Las ranas y el agua salada no combinan. Por eso rara vez se les ve en islas remotas: no sobrevivirían el nado desde tierra firme. Pero de vez en cuando los anfibios aparecen en lugares inesperados, dejando perplejos a los investigadores sobre cómo llegaron ahí.
Santo Tomé y Príncipe -dos islas frente a la costa central occidental de África- albergan cientos de especies de animales y plantas endémicas, incluída la rana arborícola gigante de Santo Tomé y la rana arborícola de Moller (en la foto). El origen de las ranas era un misterio hasta que la bióloga evolutiva Rayna Bell rastreó su linaje en el corazón de África.
Los análisis genéticos sugirieron que las ranas de las islas estaban cercanamente emparentadas con las ranas arborícolas de vientre canera del continente, en Gabón. Pero ¿cómo colonizaron los ancestros de las ranas dos islas que nunca estuvieron pegadas al continente? Flotar en el mar sobre una balsa es la explicación más probable?, comenta Bell.
Las balsas de vegetación que bajan por el Ogooué o por el tramo occidental del río Congo posiblemente llevaron ranas náufragas a 250 kilómetros de la costa hacia las islas. Los animales supervivientes originaron las modernas ramas arborícolas gigantes de Santo Tomé y las arborícolas de Moller.
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