Hasta hace poco los rinocerontes disecados, herencia de las expediciones de cazadores de hace un siglo, permanecían intactos en los salones de museos europeos.
Pero entonces el valor de su cuerno aumentó en el mercado negro, en parte debido a los rumores asiáticos de que curaba el cáncer. Ahora se dice que el cuerno cuesta tanto por onza como el oro o la cocaína, los cazadores furtivos post mórtem han logrado hacer especímenes amenazados de una especie también en amenaza.
En los primeros ocho meses de 2011 los ladrones entraron a varios museos, una casa de subastas, una exhibición en el zoológico y un castillo checo. En algunos casos serrucharon los cuernos, en otros huyeron con todo y la cabeza de unos 90 kilogramos. Se está aconsejando a los museos que oculten sus rinocerontes o instalen réplicas.
Christian Michel, del Museo Acuario de la Universidad de Liege, en Bélgica, ahora informa a los visitantes que el rinoceronte ahí es falso «debido a la estupidez humana».