El caracol gigante africano, inicialmente importado como especialidad de restaurantes gourmet, se ha convertido en una plaga para Brasil.
El caracol africano se introdujo al país como sustituto del de jardín común
El caracol gigante africano, inicialmente importado como especialidad de restaurantes gourmet, se ha convertido en una plaga para Brasil. El molusco invasor, que puede alcanzar hasta 20 centímetros de largo y pesar más de 500 gramos, se ha diseminado por casi todos los estados del país.
Expertos afirman que, en estos momentos, la invasión del caracol ha alcanzado su punto crítico y el éxito de la especie vuelve casi imposible su erradicación. Silvana Thiengo, experta en moluscos del Instituto Oswaldo Cruz, organización nacional de salud de Brasil, declaró: «La temporada de lluvias da inicio en noviembre, y es entonces cuando los caracoles prefieren desovar. Sin duda comenzarán a aparecer con más frecuencia, así que es muy probable que la situación empeore».
Substituto del escargot
El caracol gigante, originario de África oriental, fue introducido en Brasil como un sustituto rentable del caracol de jardín común, utilizado como escargot. Aunque se desconoce la fecha exacta de su importación inicial, se cree que una feria agroindustrial celebrada en 1988 en el sur de Brasil fue determinante para precipitar la invasión actual.
Durante dicha feria, los proveedores vendieron equipos con caracoles y folletos que detallaban su crianza. Al principio, los caracoles africanos se perfilaban como una prometedora fuente de alimento, pues tenían más carne, crecían con más rapidez y eran más resistentes a las enfermedades que el caracol de jardín común.
Además, el costo de su mantenimiento era más bajo. Personas de todo el país comenzaron a cultivar caracoles gigantes en sus patios, con la intención de vender los moluscos en restaurantes elegantes. Sin embargo, el escargot es un platillo poco común en Brasil y los contados consumidores que estaban dispuestos a pagar el precio del manjar no aceptaron la nueva especie debido a su diferente textura y sabor, además de su origen sospechoso.
Esto provocó que miles de individuos frustrados tuvieran que quedarse con sus indeseables caracoles en el patio de sus casas. Fue entonces que la mayoría de los moluscos se puso en libertad y sus cifras se multiplicaron de forma acelerada.
Vector de enfermedades
Reproducido en cautiverio, el caracol difícilmente porta parásitos, afirma Fábio Farazo del Instituto Ambiental Brasileño. «No obstante, en estado silvestre es vector potencial de varios patógenos y huésped intermedio de gusanos que pueden provocar enfermedades parasitarias en el hombre», explicó Farazo.
El caracol de jardín, que se encuentra en algunas regiones del país, también es portador de los mismos gusanos, agregó. Uno de dichos parásitos, Angiostrongylus costaricensis, provoca fiebre, fuerte dolor abdominal y puede ocasionar hemorragias internas.
Otro más, Angiostrongylus cantonensis, precipita una forma de meningitis que, en casos extremos, produce ceguera y parálisis. Este año fueron diagnosticados dos casos de meningitis en el estado de Espírito Santo y ambos se debieron a gusanos que parasitaban caracoles gigantes africanos.
Las personas pueden contaminarse con sólo tocar los rastros que los moluscos dejan en el suelo o al ingerir verduras que los caracoles hayan consumido parcialmente.
Daño ambiental
Thiengo, del Instituto Oswaldo Cruz, dirigió el más reciente estudio sobre la plaga (publicado en la edición de agosto de 2007 de la revista Biological Invasions), el cual puso de relieve el daño que este molusco ha causado al ambiente. Asimismo, el estudio demostró que el caracol se ha convertido en parte de la cadena alimentaria.
Por ejemplo, se ha observado un incremento en las poblaciones de ratas y serpientes que se alimentan de caracoles, apuntó Thiengo. Los moluscos nativos ponen unos cuantos huevos a la vez, pero el caracol africano puede realizar puestas de 400 huevos y producir hasta mil 200 huevos al año. La expectativa de vida de la especie es de diez años.
Cómo detener la diseminación
Aunque se cree que será imposible erradicarlos, los expertos insisten en la necesidad de control. De hecho, se han implementado ya algunas medidas para la administración del caracol gigante africano, las cuales fueron definidas en un plan nacional creado en el año 2004.
Sin embargo, el método de control que sugiere dicho plan (recoger a mano los caracoles y destruir sus conchas) requiere de un serio compromiso por parte de los brasileños. Por otra parte, los moluscos pueden ocultarse bajo tierra durante largos periodos, de manera que la erradicación es aún más difícil.
«Todos los días recojo por lo menos seis en mi jardín trasero -se lamenta Luiz Roberto Bragança de Niterói, población próxima a Río de Janeiro-. Les gusta salir de noche, sobre todo cuando llueve. Ya no puedo regar mis plantas por la noche».