Una primitiva variedad de cicadácea australiana utiliza un sofisticado sistema de distribución de alimento para asegurar una polinización exitosa.
El estudio profundiza en sus mecanismos de polinización
Una primitiva variedad de cicadácea australiana utiliza un sofisticado sistema de distribución de alimento para asegurar una polinización exitosa. El nuevo estudio revela que estas plantas participan activamente en su reproducción debido a que atraen y repelen, de manera selectiva, a pequeños insectos del orden Thysanoptera denominados trips.
Desde hace tiempo, los científicos pensaban que las cicadáceas se polinizaban de forma pasiva por el viento. Sin embargo, mediante un sistema de atracción-repulsión, los conos masculinos de este «fósil viviente» se calientan y despiden fuertes olores que hacen huir a los insectos portadores de polen.
A continuación, los conos femeninos emiten un perfume más atractivo que los invita a regresar. De tal manera se lleva a cabo la polinización. «?Considero que este trabajo demuestra que las plantas no se limitan a lucir bonitas o a oler bien para atraer a sus polinizadores, y que hay mucho más en su dinámica de reproducción», señaló la coautora del estudio, Irene Terry, bióloga de la Universidad de Utah.
La mecánica de semejantes sistemas primitivos podría esclarecer cómo ocurre la polinización en ambientes naturales como los bosques, cosa que, en opinión de Terry, requiere de mucha más investigación. Parte del estudio, que apareció publicado en la revista Science, fue financiado por la National Geographic Society.
Irritante misterio
Las cicadáceas pertenecen a un antiguo linaje de plantas productoras de semillas, llamadas gimnospermas, las cuales incluyen también a los abetos, píceas, pinos y secoyas. Habitantes de las regiones tropicales y subtropicales, todas las especies de cicadáceas poseen órganos femeninos y masculinos independientes que, a menudo, producen conos parecidos a los de los pinos.
Minúsculas grietas entre las compactas escamas de los conos permiten que los trips tengan acceso al polen de los conos masculinos y a las estructuras que contienen los óvulos en los conos femeninos. Tanto en etapa de larva como en la de adulto, los trips prefieren los conos masculinos debido a que se alimentan exclusivamente de polen.
Sin embargo, el nuevo estudio demostró que, mediante ciertos trucos químicos, las plantas se aseguran de que los insectos transporten las células reproductoras masculinas a los conos femeninos. «Hace veinticinco años, cuando comencé a estudiar la polinización de las cicadáceas, se creía que éstas, como otras gimnospermas, eran fecundadas por el viento -explicó William Tang, entomólogo del Departamento de Agricultura de Estados Unidos-. Aunque participé en algunos estudios iniciales sobre interrelación de insectos y cicadáceas, fisiología de conos y análisis de olor que apoyaban la tesis de que en este grupo ocurría polinización por insectos, los detalles precisos de este mutualismo persistían como un irritante misterio», agregó Tang, quien no participó en este último estudio.
«El artículo describe una elegante aplicación de la bioquímica, la fisiología y la ecología de campo para revelar los detalles más íntimos de la interacción entre la planta y su insecto polinizador -prosiguió-. Mediante el calor y algunas sustancias químicas volátiles, la planta organiza una danza con sus polinizadores».
Machos apestosos
Los periodos de polinización de las cicadáceas son variables, y la reproducción, que dura hasta cuatro semanas, puede ocurrir anualmente o incluso una vez cada varios años. En ese tiempo, los conos masculinos utilizan reservas de azúcares y grasas para calentarse y alcanzan temperaturas de hasta 38 grados centígrados en algunos casos. Asimismo, los conos despiden grandes dosis de un químico de fuerte olor llamado beta-mirceno.
«El olor se vuelve tan intenso que no me gustaría ser una de ellos -señala Terry-. Algunas plantas producen un olor desagradable como el de excremento o el cadáver de un animal, pero el de las cicadáceas es tan potente que no es posible compararlo con algo conocido».
En bajas concentraciones, el beta-mirceno atrae a los trips, pero las cantidades que producen los conos machos son altamente repelentes, explicó Robert A. Raguso, ecólogo químico de la Universidad de Cornell, quien no intervino en el estudio. «Es una invitación, bastante enfática, para que los trips abandonen su hogar y lleven consigo el polen», explicó.
Las plantas actúan de esa manera «sin modificar de manera sustancial sus características estructurales o visuales, o incluso la química misma de su olor», añadió.
Hembras truculentas
Los conos femeninos despiden una cantidad mucho menor de beta-mirceno, de modo que atraen a los trips en fuga que buscan más polen. Cuando logran entrar en el interior del cono femenino, el óvulo (que contiene las células reproductoras femeninas) suelta una gotita parecida al néctar, la cual hace que los insectos penetren más profundamente en el cono donde, si llevan polen, ocurre de forma inevitable la polinización.
«El [estudio] pone de relieve un elegante mecanismo fisiológico mediante el cual las cicadáceas manipulan la conducta de los trips, transformándolos de depredadores de polen neutrales, o incluso nocivos, en útiles polinizadores», concluyó Raguso.
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