Un nuevo estudio revela que la singular capacidad humana para relacionarse, hablar, e incluso chismear, es uno de los beneficios de tener un cerebro de gran tamaño.
El simio cuenta con menos habilidades sociales
Un nuevo estudio revela que la singular capacidad humana para relacionarse, hablar, e incluso chismear, es uno de los beneficios de tener un cerebro de gran tamaño. Los investigadores que sometieron a niños pequeños y a grandes simios a una serie de pruebas físicas y cognoscitivas observaron que las destrezas sociales humanas son superiores a las de nuestro pariente genético más próximo, cuyo cerebro es de menor tamaño.
Sin embargo, nuestra capacidad para hacer buen uso de esas destrezas sociales todavía es una cuestión de opinion. «Comparados [con] los babuinos, perdemos mucho tiempo corriendo chismes de los demás», señala Joan Silk, antropóloga de la Universidad de California en Los Ángeles, quien no participó en el estudio.
Destrezas sociales superiores
Esther Herrmann, y sus colegas del Instituto Max Plank para Antropología Evolutiva de Leipzig, Alemania, sometieron a 106 chimpancés, 32 orangutanes y 105 niños alemanes a una serie de pruebas complejas. Los niños, todos de unos dos años y medio, habían aprendido a hablar hacía por lo menos un año.
Todos los simios estaban habituados al contacto con humanos. Los investigadores diseñaron 16 experimentos para identificar las diferencias de capacidad entre humanos y simios. Algunas pruebas, como sacar una recompensa oculta debajo de una taza, requerían sólo de destrezas físicas, mientras que otras, como seleccionar la taza que el investigador indicaba, obligaba al uso de destrezas sociales, tal como la comunicación.
Los resultados revelaron que chimpancés, orangutanes y niños tuvieron el mismo grado de éxito en las pruebas de destreza física. No obstante, los niños se desempeñaron significativamente mejor en las pruebas de destrezas sociales, con un total exitoso de 74 % contra 33 % en ambos grupos de simios.
Por ejemplo, los niños superaron a los simios en los experimentos de «teoría de la mente»: la capacidad para entender que otros individuos tienen creencias e intenciones propias.
Teorías del cerebro grande Se han propuesto dos teorías principales para explicar por qué los humanos han desarrollado cerebros más grandes que otros primates. Un cerebro enorme representa una tremenda inversión, pues el tejido nervioso consume gran cantidad de energía.
La hipótesis de inteligencia general sugiere que el mayor tamaño del cerebro humano nos vuelve mejores y más rápidos para desarrollar todo tipo de destrezas, como la memoria, el aprendizaje y la planificación anticipada. La hipótesis de la inteligencia cultural, apoyada por este reciente estudio, señala que el cerebro de mayor tamaño nos ha capacitado específicamente para desarrollar destrezas sociales más complejas.
«Este [estudio] contradice las hipótesis de la inteligencia general -afirmó Herrmann-. Si fuera cierta [esa hipótesis] cabría esperar que también hubiera diferencias en las destrezas físicas». Además de chismear, las destrezas sociales superiores aparentemente confieren grandes ventajas que le permiten al hombre sostener relaciones con los demás y brindar asistencia en momentos de necesidad.
«El tamaño mayor de nuestros cerebros nos ayuda a enfrentar las complejidades de la vida social», puntualizó Robin Dunbar, psicólogo evolutivo de la Universidad de Liverpool, Reino Unido, quien tampoco participó en la investigación. El estudio se publicó en la revista Science.
Factor de migración
Nadie sabe a ciencia cierta cuándo o por qué el hombre comenzó a desarrollar destrezas sociales superiores, aunque hay una o dos pistas en ese sentido. «Debió ocurrir hace menos de un millón de años, ya que no se ha observado un incremento en el tamaño cerebral antes de esa época», explicó Herrmann.
Una teoría propone que las destrezas sociales surgieron en respuesta a un estilo de vida nómada, quizá en la época en que los antepasados del hombre emigraron de África. «Conforme los pueblos comenzaron a migrar con mayor frecuencia, necesitaron forjar buenas relaciones con muchas otras personas para poder pedir favores como agua, alimento y acceso», explicó Dunbar.
El lenguaje, sobre todo, parece haber sido un logro crítico que permitió la comunicación con individuos de otros grupos tribales.
Monos que leen la mente
De todas formas, el hombre no monopoliza de forma absoluta las destrezas sociales. Un estudio relacionado, publicado en la revista Science, demuestra que los primates pueden «leer» emociones y entender las intenciones de los demás.
Justin Word y sus colegas de la Universidad de Harvard probaron la capacidad del tití cabeciblanco (Saguinus oedipus), del macaco rhesus y del chimpancé para entender la diferencia entre un ademán deliberado y una gesticulación accidental.
Todos los primates se mostraban mucho más interesados cuando Wood elegía deliberadamente un recipiente que cuando su mano caía accidentalmente en otro. «Los humanos no son los únicos que pueden adivinar lo que piensan otras personas», aseveró Wood.
En el caso del hombre, las destrezas sociales superiores han permitido su amplia distribución por todos los rincones del mundo. Sin embargo, esto ha conllevado un costo, afirma Silk. «El cerebro humano es una máquina muy complicada y que se avería con cierta frecuencia -señaló-. Las enfermedades mentales pueden ser el precio evolutivo de dicha complejidad».
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