En su libro más reciente, Candace Savage señala una inesperada semejanza entre los cuervos y los humanos.
Fabrican herramientas, se engañan y se comunican entre parientes
En un reciente libro se señala una inesperada semejanza entre estas aves y los humanos. «Es el mismo tipo de relación que aparece entre los murciélagos, las aves e insectos voladores», explica Candace Savage, una escritora naturalista que reside en Saskatoon, Canadá.
«Las especies no tienen que estar emparentadas para que exista algún propósito, razón y ventaja evolutiva para adquirir las mismas características», agregó. El libro de Savage, Crows: Encounters with the Wise Guys of the Avian World (Cuervos: encuentros con los sabelotodos del mundo aviario), editado en 2005, explora el creciente campo de investigación sobre los cuervos, el cual sugiere que las aves comparten con los seres humanos varias características de un alto nivel de inteligencia, incluyendo el uso de herramientas y un comportamiento social bastante sofisticado.
Los rasgos que comparten existen más allá del hecho de que los cuervos y los humanos se encuentren en distintas ramas del árbol genealógico. «No estoy proponiendo que exista algo mitológico sobre esto, o imaginando que los cuervos son de alguna manera humanos ?explica?. Pero, parece que lo que animó al ser humano a desarrollar una inteligencia superior, también afectó a los cuervos».
Uso de herramientas
Alex Kacelnik, un zoólogo de la Universidad de Oxford, investiga el uso de herramientas en los cuervos. Afirma que el estudio de las aves ayuda a entender cómo evoluciona la inteligencia superior. Como señal de la avanzada inteligencia de los cuervos, Savage cita la investigación (realizada por Kacelnik en 2002 y publicada en la revista Science) sobre un cuervo cautivo en Nueva Caledonia que transformó una pieza recta de alambre de un gancho para poder sacar de un tubo un balde de comida.
«Ningún otro animal -ni siquiera el chimpancé- ha resuelto de manera espontánea un problema como este, hecho que sitúa a los cuervos en la misma categoría de creadores de herramientas que nosotros», escribe Savage en su libro.
Kacelnik notó que los cuervos de Nueva Caledonia, los cuales se limitan a unas cuantas islas del sur del Océano Pacífico, son el único ejemplo entre 45 especies de cuervos que «fabrican con frecuencia herramientas en la naturaleza». Estas aves son «tanto usuarios frecuentes como creadores de herramientas […] además de los instrumentos que normalmente utilizan en la naturaleza, son capaces de crear nuevos si se presenta la necesidad», por ejemplo, los ganchos de alambre.
En una investigación, publicada el año pasado en la revista Nature, Kacelnik y sus colegas demostraron que los cuervos de Nueva Caledonia nacen siendo creadores de herramientas. Es decir, hay un componente genético que explica este comportamiento.
El hallazgo, según Kacelnik, concuerda con la idea de que la inteligencia superior requiere de un sello genético para fomentar los comportamientos más avanzados, como el aprendizaje y la innovación. «Hay tres elementos en los animales: lo que heredan, lo que aprenden por experiencia individual y lo que adquieren a través de las aportaciones sociales -explicó-. Es un error pensar que estos elementos compiten. En realidad se unen e intensifican unos a los otros».
Las artimañas del cuervo
De acuerdo con Savage, la inteligencia de otras especies de cuervos se manifiesta en la habilidad para manipular las interacciones sociales. Por ejemplo, la investigación realizada por el zoólogo Bernd Heinrich, de la Universidad de Vermont, que demuestra cómo los cuervos jóvenes y adultos actúan de manera diferente al alimentarse de un cadáver.
Los jóvenes graznan para reclutar a otros cuervos y de esa manera eluden la competencia con cuervos adultos y demás carroñeros. Por el contrario, los adultos se presentan ante el alimento en parejas y guardan silencio para evitar llamar la atención y cualquier tipo de competencia.
Savage también señala la investigación del zoólogo suizo Thomas Bugnyar, que demuestra la forma en que un cuervo (Hugin) aprendió a engañar a otro mucho más dominante (Mugin). Le hizo creer que había trocitos de queso en recipientes vacíos para así poder ir hacia los que estaban llenos.
«Este comportamiento cumple con la definición de un engaño ‘táctico’, o intencional, y con ello el cuervo entra en un club exclusivo de mentirosos sociales que antes sólo incluía a los humanos y a nuestros parientes primates», escribe Savage.
Otra área de investigación que puede comprobar la inteligencia superior de los cuervos es la manera en que aprenden y utilizan el sonido. Según Savage, los resultados preliminares sugieren que los grupos familiares desarrollan su propio dialecto. «Ocurren muchas más actividades en sus cerebros de lo que la gente hubiese imaginado hace diez años», concluye.