Defensor de tortugas

Misión: Proteger tortugas marinas en peligro de extinción en las costas del Pacífico de Nicaragua.

El biólogo marino José Urteaga (izq.) y su equipo de Fauna y Flora Internacional dan seguimiento a una tortuga laúd que hace su nido. Cada invierno, en el Refugio de Vida Silvestre Río Escalante-Chacocente, espero que lleguen las tortugas golfinas del Pacífico para anidar en la playa.

Este acontecimiento, llamado «arribada», es un frenesí de miles de tortugas que compiten por el espacio y empiezan a excavar. Cuando terminan, la playa queda llena de huellas de tortuga y nidos. Todos están exhaustos. Pero mi labor apenas comienza. En tierra, la principal amenaza a las tortugas golfinas -así como para las especies en peligro de extinción, la laúd y la carey- proviene de los recolectores furtivos que roban sus huevos.

El consumo de huevos de tortuga es ilegal en Nicaragua desde 2005, pero aún hay demanda por ellos. Para un recolector furtivo, representan dinero rápido y fácil, 30 dólares por nido. El ingreso promedio en el lugar es de 100 dólares al mes. Desde 2002, mi equipo y yo hemos monitoreado miles de nidos y transportado muchos a criaderos.

Algunos vigilantes que trabajan conmigo antes eran recolectores furtivos. Hemos protegido casi todos los huevos de tortuga laúd -con suerte contamos 40 nidos por temporada- así como más de 90% de los de tortugas golfinas. Las crías de golfina eclosionan 45 días después de que la madre pone los huevos.

Ese es mi momento favorito: todas las tortugas diminutas camino al mar. Algunas lo lograrán, otras no. Deben enfrentar un mundo difícil, pero llevan haciéndolo desde la época de los dinosaurios. En 15 años, regresarán a hacer sus nidos aquí, en el mismo sitio donde nacieron.