La tumba del emperador azteca Ahuizotl podría encontrarse bajo los pies de los arqueólogos, reveló un radar de penetración subterránea.
El hallazgo podría arrojar luz sobre la antigua civilización
La tumba del emperador azteca Ahuizotl podría encontrarse a los pies de los arqueólogos, reveló un radar de penetración subterránea. Una excavación que se lleva a cabo en el Templo Mayor de la ciudad capital de Tenochtitlan (hoy enterrada bajo la Ciudad de México) podría sacar a la luz la primera tumba azteca que se haya descubierto hasta la fecha.
Raúl Martín Arana, arqueólogo del Instituto Nacional de Arqueología e Historia, comentó que «los cronistas cuentan que hubo una gran ceremonia tras la muerte de Ahuizotl, y que sus restos quedaron depositados, junto con muchas ofrendas, frente al Templo Mayor».
En octubre de 2006, los investigadores que trabajaban cerca del sitio encontraron un monolito de piedra labrado con la representación de Tlaltecuhtli, diosa azteca conocida como Señora de la Tierra. En las garras de la mano derecha, la imagen sujeta un conejo con diez puntos, representación azteca del año 1502, mismo de la muerte de Ahuizotl.
«No queremos especular demasiado -señaló Arana-, pero es muy posible que el monolito sea la lápida que cubre la tumba». Según Arana, un equipo encabezado por Leonardo López Luján, del Museo del Templo Mayor, ha detectado nuevas variaciones en el subsuelo durante las exploraciones realizadas con radar. Dichas irregularidades podrían ser piedras o un espacio vacío, pero hay motivos para creer que se trata de cámaras funerarias.
Excavación acuosa
Ahuizotl comenzó a reinar en 1486, fue el último monarca del Imperio Azteca y murió mientras ocupaba el trono. Le sucedió su sobrino Moctezuma, quien, en 1519, fue tomado como rehén por el conquistador español Hernán Cortés. Fue entonces cuando el hijo de Ahuizotl asumió el mando del imperio para dirigir la última y fallida resistencia contra los españoles, en 1521.
Victoriosos, los europeos terminaron por quemar muchos de los libros aztecas, lo que acabó por destruir una gran cantidad de información etnográfica clave. Más aún, los españoles edificaron la Ciudad de México sobre las ruinas de Tenochtitlan, capital construida sobre un lago.
Por tal motivo, la nueva excavación ha procedido con lentitud, debido a que el nivel freático es muy alto en ese punto. Asimismo, la labor es muy minuciosa, pues se cree que muchos objetos minúsculos son ofrendas, y por tanto deben manipularse y documentarse con cuidado.
«Los aztecas depositaban ofrendas observando la estructura en que concebían las capas del mundo, así que es necesario excavar el sitio de manera muy meticulosa», informó Deborah Nichols, arqueóloga de la Universidad Dartmouth, quien ha visitado la excavación.
«No se trata sólo de los objetos, sino de la posición exacta en que se encuentran». A pesar de las barreras acuosas, agregó Nichols, el descubrimiento de la tumba de Ahuizotl daría a los investigadores una enorme cantidad de nueva información sobre los aztecas. «Sería el primer vistazo a una tumba real en todo el centro de México -declaró-. Hay muchas cuestiones que no hemos entendido del todo, como la religión y el simbolismo de los aztecas. Los hallazgos arqueológicos son la única manera de explorar esta historia de tremenda riqueza».
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