Grupos extremistas aprovechan el amor al prójimo que se profesa durante el mes sagrado.
Hafiz Muhammad Hanif pasa el día delante de una mezquita. En viernes este joven con barba pide una limosna a los fieles al término del tradicional rezo en la ciudad paquistaní de Rawalpindi. Y las posibilidades de hacer una buena recolecta no son nada malas: es Ramadán, el mes sagrado del ayuno para los musulmanes, una época en la que se ensalza el amor al prójimo.
En los operativos militares del Ejército paquistaní el mes pasado en la región tribal de Waziristán Norte más de medio millón de personas huyeron de sus casas.
Y mientras las organizaciones humanitarias intentan ayudar a los afectados, varios grupos y personas con intenciones no del todo claras intentan ávidamente conseguir apoyo financiero y se aprovechan de la disposición que ofrece este mes sagrado.
Con más del 96 por ciento de población musulmana, Pakistán es una mina para extremistas y grupos criminales que con la excusa de la religión o en el nombre de la caridad recaudan dinero.
La mayoría de las donaciones se suelen realizar durante este mes sagrado, lo que constituye entre 70 y 80 por ciento de todas las limosnas, según la página de oficial del gobierno en Internet «Haq, Haqdaar Tak». De acuerdo con las cifras, se suelen donar 200,000 millones de rupias (casi 3,300 millones de dólares) por motivos benéficos, lo que supone el 1 por ciento del producto interno bruto (PIB), señala el gobierno.
«Lamentablemente es un hecho que algunas organizaciones benéficas son utilizadas como tapadera por extremistas y terroristas», señala el gobierno.
Salman Shahid, de Yamaat-ud-Dawa, un grupo que ha sido señalado por supuestas conexiones con los terroristas de Lashkar-e-Taiba, reconoce que su organización recibe en Ramadán donaciones que suman cientos de miles de rupias. «Tenemos una gran red en hospitales y centros de formación del Ejército. El año pasado recaudamos 1,500 millones de rupias», dijo Shahid, quien señala que aunque se realizan donaciones durante todo el año, la época de Ramadán es especial.
Shahid niega toda conexión con los extremistas e insiste en que el trabajo de la organización está dedicado a los pobres y los necesitados, pero el científico Abid Suleri lo ve de forma diferente.
Seguramente una gran parte de las ayudas que se recogen en Ramadán van a las arcas de los extremistas, señala el gerente del centro de estudios Sustainable Development Policy Institute (SDPI), en Islamabad. «Los gobiernos deberían reflexionar seriamente sobre cómo controlar a esos grupos», señaló.
El gobierno ha iniciado una campaña de información y ha alertado del mal uso de las donaciones. Suleri, sin embargo, exige que se publique una lista de las organizaciones en las que se han realizado controles para comprobar que realmente han realizado una labor benéfica, así como introducir un sistema de control para limitar las donaciones a grupos extremistas.
En la actualidad, el gobierno evita el enfrentamiento directo con los extremistas, dijo el científico. «Pero a largo plazo habrá que acabar con ello».