Dinosaurio emplumado era calvo

Una sombra de duda pende sobre la generalizada teoría de que los dinosaurios tenían plumas y dieron origen a las aves actuales.

Un controvertido estudio afirma que no es el ancestro del ave
Una sombra de duda pende sobre la generalizada teoría de que los dinosaurios tenían plumas y dieron origen a las aves actuales. Los investigadores de un nuevo estudio examinaron el fósil de un dinosaurio de 140 millones de años de antigüedad y del tamaño de un pavo, al cual se le conoce como Sinosauropteryx.

Anteriormente, otros expertos habían llegado a la conclusión de que los claros patrones observados en la piel del fósil eran restos de suaves protoplumas, de manera que a la especie se le consideraba como el dinosaurio emplumado más antiguo que se haya conocido.

Sin embargo, el nuevo equipo afirma que los análisis revelan que, de hecho, la criatura era calva. Los patrones son residuos de «fibras estructurales, tal vez colágeno (la fibra más abundante de los vertebrados) procedente de la piel y la cresta dorsal», explicó el director del estudio, Theagarten Lingham-Soliar, de la Universidad KwaZulu-Natal, en Sudáfrica.

Los resultados fueron publicados recientemente en la revista Proceedings of the Royal Society B. Los hallazgos de Lingham-Soliar y sus colegas apoyan el argumento de un pequeño pero enfático grupo de científicos que insiste en que no hay pruebas de que los dinosaurios hayan tenido plumas.

«La existencia de protoplumas en estos dinosaurios se consideraba crítica para demostrar que las aves descienden de los dinosaurios», señaló el coautor del estudio, Alan Feduccia, experto en evolución de las aves, de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill.

«Lo que hemos demostrado es que no existe prueba alguna de que los dinosaurios tuvieran protoplumas y punto». No obstante, la mayoría de los científicos del campo permanece escéptica. «Esa gente sigue con el mismo argumento desde hace mucho -apunta Kevin Padian, curador del Museo de Paleontología de la Universidad de California-. Es increíble que Proceedings B decidiera publicar semejante tontería».

Argumentos
El Sinosauropteryx, que significa «pluma de lagarto chino», vivió en aquel país durante el periodo cretácico temprano, hace unos 144 a 127 millones de años. El animal medía casi un metro de largo y debía su tamaño principalmente a la extrema longitud de la cola.

El descubrimiento de protoplumas se fundamentó en un ejemplar encontrado en 1966 en la provincia Lianoning, en el noreste de China. Mark Norell, presidente de paleontología en el Museo Estadounidense de Historia Natural de Nueva York, es coautor de varios artículos que describen pruebas con la presencia de plumas en otros fósiles de dinosaurios.

Norell, quien también es becario del Comité de Investigación y Exploración de National Geographic Society, declaró que los hallazgos le han dado un fundamento muy sólido al vínculo entre dinosaurios y aves. «Hay pruebas fehacientes que confirman la opinión de que las aves descienden de los dinosaurios terópodos», informó.

Los terópodos, un heterogéneo grupo de dinosaurios carnívoros que incluye al Tyrannosaurus rex, comparten varias características físicas con las aves modernas. La teoría vigente afirma que, con el tiempo, los terápodos desarrollaron el hábito de comer plantas, así como plumas, para conservar el calor y comenzaron a buscar la seguridad de los árboles.

Sin embargo, los escépticos de la teoría argumentan que las aves evolucionaron antes a partir de un antepasado común con los dinosaurios, y que estos últimos jamás tuvieron plumas. Para su nuevo estudio, los investigadores analizaron un ejemplar de Sinosauropteryx recién descubierto, también en Liaoning.

«Las estructuras dorsales periféricas son restos del refuerzo fibroso de la cresta», que se extendía de la cabeza a la punta de la cola del dinosaurio, enfatiza el autor Lingham-Soliar. «Su aspecto regular y rígido desmiente que hayan sido estructuras suaves y flexibles [como las plumas], de modo que sólo pueden ser fibras muy extensibles, como el colágeno».

Las fibras tienen un asombroso parecido al colágeno de la piel de los tiburones y reptiles actuales, agregaron los autores, y argumentaron que sin la presencia de protoplumas en el Sinosauropteryx, la teoría de que las plumas evolucionaron primero en los dinosaurios, no para volar, sino como material aislante, carece de todo fundamento.

Análisis incompleto
David Unwin, paleontólogo de vertebrados en la Universidad de Leicester, Inglaterra, se mantiene neutral en la disputa. Dijo que los científicos aún no han podido determinar cómo se fosilizaron los tejidos blandos de los dinosaurios bien preservados.

Añadió que el nuevo estudio está incompleto porque sólo recurrió al análisis microscópico y no realizó estudios químicos o de tomografía adicionales. «Se limitaron a mirar los tejidos y decir: ‘ah, son rectos y están bien organizados’ debe ser colágeno», comentó Unwin.

En algunos casos, prosiguió, es innegable que las fibras parecen colágeno. «Pero lo que omitieron señalar es que hay otros tejidos presentes que no se parecen al colágeno y bien podrían ser protoplumas». ¿Y qué decir de los muchos otros dinosaurios que parecían tener plumas? Feduccia, coautor del estudio, asegura que esas criaturas son, de hecho, descendientes de las aves que perdieron su capacidad para volar. «Cuando ya no pueden volar, su apariencia exterior se vuelve como la de pequeños dinosaurios», señaló.

Opinión de minoría
Storrs Olson, curador de aves en el Museo Nacional de Historia Natural del Instituto Smithsoniano, ha criticado abiertamente la teoría de que las aves actuales evolucionaron a partir de los dinosaurios. «Toda la idea de dinosaurios emplumados es un mito creado por los ideólogos que pretenden perpetuar la teoría de que las aves son dinosaurios, pasando por alto todas las pruebas», declaró.

La revista National Geographic ha publicado, junto con otros medios, diversos reportajes sobre dinosaurios emplumados, pero las opiniones contrarias tienen dificultades para hacerse escuchar, recalca Feduccia. «Uno de los principales argumentos esgrimidos para combatir nuestra postura es que somos un grupo marginal -explicó-. Pero si la ciencia funciona con base en la opinión de la mayoría, entonces estamos en graves dificultades. El problema es, en esencia, que la ciencia fundamentada en la convicción utiliza a la prensa popular para acallar, en gran medida, las opiniones contrarias», agregó.

Unwin dijo que la ciencia sólo puede beneficiarse de las opiniones contrarias, «porque obliga a trabajar continuamente a quienes argumentan que las aves descienden de los dinosaurios». No obstante, «para ser honestos, las opiniones contrarias sobre el tema no han sido especialmente contundentes -continuó-. No sé si han contribuido de manera significativa a moldear nuestra concepción sobre el origen de las aves. Ahora bien, un aspecto del artículo [más reciente] que podría ser relevante, es que sugiere que la historia del origen de las plumas no es tan simple como nos gustaría pensar».