La población de elefantes africanos está desapareciendo
Un estudio con duración de 14 años llevado a cabo por la asociación «Save The Elephants» (STE) en el norte de Kenya descubrió que es más probable que un elefante muera por la caza humana que por causas naturales. La población de elefantes africanos ha respondido al fenómeno como los humanos a las guerras mundiales: con un «baby boom».
El estudio comenzó en 1997 monitoreando dos reservas naturales: la de Samburu y la de Buffalo Springs, ambas localizadas a las orillas del río Ewaso Ngiro (Kenya). Con una extensión de 220 kilómetros cuadrados y una población de 934 ejemplares como muestra, ambas reservas representaban el lugar ideal para comenzar un estudio detallado de los paquidermos, así como para proporcionarles un refugio ante los cazadores furtivos.
Sin embargo, durante la última década, la población de elefantes se ha visto diezmada por la caza furtiva. Si bien es cierto que la prohibición de la venta y tráfico de marfil declarado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 1998 ha contribuido a reducir el impacto ambiental; no ha sido suficiente para detener a estos cazadores que se benefician del comercio del marfil.
Para el 2011, PLOS ONE reporta que el 56% de los 934 individuos observados en 1997 había muerto a causa de la caza ilegal. El reporte detalla que en el 2000, había 38 machos mayores de 30 años dentro del grupo de estudio. Para el 2011 la cifra se redujo a 12 ejemplares (siete de éstos no contemplados en la cifra inicial pues aún no cumplían los 30 años en ese entonces). La población femenina también sufrió graves bajas en sus números: Casi la mitad de las hembras mayores de 30 años fueron asesinadas entre 2006 y 2011, quedando apenas 32 ejemplares.
Esta grave reducción en el número poblacional de los elefantes, en especial en la población adulta, ha afectado la organización social de los elefantes. Los animales han respondido a la agresión con una mayor reproducción, ocasionando un «baby boom» que genera comunidades predominantemente jóvenes. Sin embargo, el hecho de que estas nuevas manadas carezcan de líderes mayores los hace altamente susceptibles ante otros depredadores y ante el medio ambiente.
Es importante saber que las comunidades de elefantes dependen en gran medida de las hembras adultas. Los elefantes, organizados en un matriarcado, siguen las indicaciones de las hembras mayores, que tienen un mayor conocimiento del terreno y de los peligros circundantes. Las jóvenes manadas no tienen manera de acceder a este conocimiento hereditario.
Por encima de esto, una investigación liderada por Kathleen Gobush publicada en la revista Molecular Ecology, establece que los elefantes tardan en al menos 20 años en generar lazos familiares después de perder a un integrante debido a la casa furtiva, lo cual genera manadas más pequeñas e indefensas y hace aún más difícil su supervivencia.
Si el problema de la caza furtiva continúa al ritmo actual, en un futuro no muy lejano podría terminar con estos grises gigantes.