En las aguas de la Antártida hay tubos salobres de hielo que pueden llegar hasta el fondo del mar
En los polos abundan las rarezas. Hoy, con las cámaras secuenciales, podemos ver cómo se forman algunas de ellas. Esta estalactita de hielo salado, o «carámbano de salmuera», fue filmada el año pasado por los camarógrafos británicos Doug Anderson y Hugh Miller en el estrecho de McMurdo, en la Antártida.
Los oceanógrafos estadounidenses Paul Dayton y Seelye Martin las describieron a detalle por primera vez en 1971. Según Martin, quien las recreó en su laboratorio, el fenómeno ocurre de manera natural durante los inviernos polares, cuando las temperaturas del aire llegan a descender por debajo de los -18 °C mientras que el agua permanece a la temperatura relativamente alta de -2 °C.
Este diferencial es clave. El agua cálida del mar fluye hacia arriba en el hielo de la superficie, que tiene una especie de red de canales. Conforme el agua se enfría, el agua más salada, demasiado salobre para convertirse en parte del hielo, se drena y se vuelve a hundir en el mar.
Al descender, congela el agua a su alrededor en una pluma que crece a unos 30 centímetros por hora. Si las condiciones son las adecuadas, un carámbano puede llegar hasta el fondo del mar. Ahí empieza a extenderse, acumulándose en los puntos más bajos.
En los setenta, Martin recuerda: «La Marina nos preguntó si eran peligrosos para los submarinos». No lo son. De hecho, se forman demasiado lentamente como para congelar lo que sea, salvo algunos habitantes del fondo del mar, como
las estrellas. Y son tan frágiles que los pueden romper las focas o las corrientes de agua. Cuando ocurre algo así, o cuando deja de drenar el agua salada, el carámbano «muere».
Pero es posible que reviva. Anderson vio peces que hacían sus hogares en carámbanos muertos cubiertos de hielo, estructuras que asemejaban «candelabros muy hermosos», otra curiosidad de los polos.