De la misma manera que los automóviles a gasolina dependen del petróleo, la flota mundial de automóviles eléctricos del futuro puede depender de un oscuro elemento ahora extraído sólo en un puñado de lugares: el litio.
De la misma manera que los automóviles a gasolina dependen del petróleo, la flota mundial de automóviles eléctricos del futuro puede depender de un oscuro elemento ahora extraído sólo en un puñado de lugares: el litio. Como es el metal más ligero del mundo, con buena capacidad para almacenar carga eléctrica, las baterías de iones de litio pueden proporcionar la energía que los carros eléctricos necesitan, sin sobrecargarlos ni requerir paradas frecuentes para recarga.
Presente en cantidades mínimas a lo largo de los océanos y la corteza de la Tierra, el litio es sorprendentemente versátil. Puede hacer funcionar computadoras portátiles, curar el trastorno bipolar (en forma de polvo, aunque los científicos no saben exactamente cómo previene los cambios de ánimo abruptos) e incluso le da a la cerámica un vidriado más brillante.
El litio se extrae de minas como mena en rocas, y como mineral suspendido en soluciones salobres halladas bajo salinas. En años recientes, Chile desarrolló sus salinas ricas en litio para convertirse en el mayor productor mundial. Con la creciente demanda, nuevos depósitos deberán explotarse, incluyendo unos 5.95 millones de toneladas debajo de un desierto a gran altitud en Bolivia.