Dos amigas cuidadosamente peinadas le hacen frente al mar -y al sol la que no lleva sombrilla- en una playa japonesa en los años veinte.
Podría tratarse de geishas. El cuello de sus ropas, que dejaba a la vista la nuca, era considerado muy seductor en la época, pero esta pareja muestra algo más escandaloso: las faldas rojas que se extienden bajo sus kimonos son en realidad su ropa interior.
Es posible que ningún hombre se percatara de su atrevimiento salvo Kiyoshi Sakamoto, nuestro fotógrafo. Según un documento del gobierno japonés de 1922, de las 216 playas para nadar en Japón, 41 segregaban a los bañistas separando hombres y mujeres.