Los miles de millones de seres microscópicos que cubren su piel se parecen un poco a la ropa: los que hoy son novedad podrían pasar de moda la próxima temporada.
El ser humano cambia de microbios según la temporada.
Los miles de millones de seres microscópicos que cubren su piel se parecen un poco a la ropa: los que hoy son novedad podrían pasar de moda la próxima temporada. Tal es la conclusión de un nuevo estudio que identificó más de 240 microbios distintos en los antebrazos de seis individuos sanos.
El «guardarropa» de gérmenes de cada persona parece ser tan exclusivo como su sentido de la moda. No hubo dos voluntarios que compartieran todos los microbios de la piel, aunque algunos sí coincidían, señaló el director del estudio, Martin J. Blaser. «Hay mucha variación de una persona a otra, una variación tremenda», dijo Blaser, microbiólogo y doctor en enfermedades infecciosas, de la Escuela de Medicina de la Universidad de Nueva York.
Al mismo tiempo, agregó, «observamos un conjunto de microorganismos que se mantienen de manera bastante consistente». Los atuendos microbianos de las personas parecen estar coordinados: los brazos izquierdo y derecho produjeron resultados idénticos en todas las pruebas. Sin embargo, los voluntarios sometidos repetidas veces a las pruebas mostraron poca semejanza entre los microbios que llevaban encima de una temporada a otra.
«La piel es un ecosistema en extremo complejo, fácilmente afectado por nuestro medio ambiente», declaró Blaser. «Cuando cambiamos de jabón, champú o detergente para la ropa, o pasamos de una camisa de algodón a una de lana, afectamos la flora de nuestra piel», informó.
¿Guardarropa disfuncional?
Para el estudio, Blaser y tres colegas examinaron pequeñas muestras de piel de los seis voluntarios, y hallaron 1,221 firmas de ADN no humano. A partir de estos resultados, identificaron 182 especies, algunas de ellas desconocidas para la ciencia.
Transcurridos entre ocho y diez meses, volvieron a practicar pruebas en cuatro voluntarios y encontraron 65 especies adicionales. Los resultados fueron publicados a principios de febrero en la edición en línea de Proceedings of the National Academy of Sciences.
Blaser aclara que el objetivo de su investigación no es simplemente realizar un censo de nuestros compañeros microscópicos más íntimos. Al igual que otros expertos, desea saber si ciertos tipos de microbios participan de alguna forma en el desarrollo de enfermedades inflamatorias crónicas de la piel, como la psoriasis y el eccema, lo que convertiría a estas criaturas en una versión cutánea de un ‘guardarropa disfuncional’.
David A. Relman, microbiólogo de la Universidad de Stanford y jefe de enfermedades infecciosas en el Hospital VA de Palo Alto, California, apuntó: «Muchos padecimientos de la piel pueden deberse a un agente infeccioso, pero no hemos encontrado uno [al que podamos culpar]».
Relman sugiere que, algún día, la ‘manipulación orquestada’ del ecosistema cutáneo, quizá con productos cosméticos de base científica, podría eliminar a las bacterias cutáneas que causan enfermedades y nutrir a los microorganismos beneficiosos. «Si entendemos mejor la vida microscópica del cuerpo humano, podremos adoptar estrategias mucho más prudentes para mantener y restablecer la salud», concluyó Relman.