El hallazgo de un equipo ruso podría cambiar por completo el paradigma del origen de la vida.
Desde hace más de cien años, cuando el noruego Roald Amundsen se convirtió en el primer explorador en llegar al Polo Sur, la Antártida, la comunidad científica internacional se ha dado a la carrera de vislumbrar los secretos que guarda esta masa continental, para muchos un laboratorio de parajes enigmáticos que podrían encerrar la respuesta de muchas incógnitas de nuestro planeta.
Desde la meseta antártica de 3 mil 48 metros cuadrados, hasta los promontorios subglaciales y los cristalinos lagos escoltados bajo el hielo, la Antártida es un auténtico oasis de investigación.
Y es que el logro de un equipo ruso que durante 20 años se dio a la tarea de perforar una placa de hielo en este páramo glacial podría significar un cambio de paradigma, o bien, un suceso que podría cambiar el conocimiento humano sobre el origen de la vida: el lago Vostok, localizado a 3.8 kilometros de la superficie y comparable en extensión con el Lago Ontario, fue por primera vez inspeccionado, el pasado 5 de febrero, después de 20 millones de años de permanecer virgen a la incursión de cualquier elemento exterior de la naturaleza.
La importancia de este lago es sublime para los investigadores. Siendo el cuerpo de agua dulce más profundo del Polo Sur, el Vostok desprende grandes cantidades de energía geotérmica, pudiendo albergar formas de vida desconocidas que han logrado adaptarse a estas condiciones. Lo curioso es que este ecosistema, único en la Tierra, es equiparable a los depósitos de hielo de la luna de Júpiter, ya que las corrientes de calor que guarda sólo se habían encontrado en el satélite natural de ese planeta.
Desde 1989, cuando se inició la excavación, se fue filtrando hielo en pequeñas cantidades para no violar los elementos primigenios del ambiente del lago. Conforme el equipo se iba sumergiendo, el termómetro llegó a registrar hasta 128 grados bajo cero, la temperatura más baja monitoreada en la Tierra.
«El descubrimiento del lago es comparable con el primer viaje al espacio (…) por su complejidad tecnológica, su importancia y su singularidad» dijo en un comunicado del 8 de febrero Valery Lukin, director de Instituto de Investigación Ártica y Antártica de Rusia (AARI, por sus siglas en inglés), y quien está a cargo de la misión.
Aún así, los rusos deberán esperar hasta el verano antártico para recoger las muestras del agua más limpia del planeta (dos veces más prístina que el agua de doble destilación, y por lo que se considera está sobresaturada de oxígeno), ya que las temperaturas tan bajas impiden el desarrollo de la investigación.
«Con el presente descubrimiento se puede cambiar para siempre la forma en que vemos científicamente la vida» dijo Waleed Abdalati, investigador de la NASA, a la revista Nature.
Antártida: oráculo del cambio climático.
Ya desde 1900, científicos británicos y alemanes se habían puesto a la labor de medir el movimiento de los glaciares de la Antártida. Pero fue hasta después de la Segunda Guerra Mundial, con los avances científicos y el boom de la inversión comercial que sentaría las bases del neoliberalismo, cuando se abrieron camino las investigaciones más extensas sobre el continente. Más de una decena de países estableció alojamiento, yacimiento de suministros e instalaciones para la investigación en el Polo Sur.
Hoy, el ímpetu por establecer cualquier modelo de investigación se centra principalmente en el cambio climático: «Estas regiones son particularmente sensibles al aumento de las temperaturas y el derretimiento del hielo marino y los glaciares» dijo al New York Times Raymond S. Bradley, director del Centro de Investigación del Sistema Climático en la Universidad de Massachusetts, en diciembre pasado.
Y es que la Antártida es un marco de referencia para inspeccionar y pronosticar lo que el calentamiento global podría generar en la atmósfera y ambiente de la Tierra, en un futuro próximo.
«Cuando retrocede el hielo marino, provoca que la Tierra refleje menos luz solar y esto resulta en un mayor calentamiento» apuntó Bradley.