Si alguna vez sale a nadar con un manatí salvaje de Florida, prepárese para lo que podría parecer una propuesta indecorosa.
Estudios recientes exploran los ‘sensores’ de las vacas marinas.
Crystal River, Florida, EUA Si alguna vez sale a nadar con un manatí salvaje de Florida, prepárese para lo que podría parecer una propuesta indecorosa. Famosas por su conducta táctil, se sabe que algunas vacas marinas se aproximan a nadadores desprevenidos con los ojos cerrados y los hocicos abiertos, para luego inclinarse hacia la persona como si fueran a besarla (como en la fotografía).
Sin embargo, los horrorizados buzos no tienen razón para preocuparse. Según los científicos, la conducta no es más que un ejemplo de la forma en que los manatíes utilizan el sentido del tacto, singularmente desarrollado en esa especie. Nuevas investigaciones sugieren que el sentido táctil de los manatíes es tan delicado que los animales poseen un «tacto a distancia»: la capacidad para «tocar» objetos y fenómenos más o menos lejanos a través del agua.
En estudios recientes, los biólogos Roger Reep y Diana Sarko, de la Universidad de Florida en Gainseville, descubrieron que estos mamíferos gigantes están cubiertos de vellosidades especiales semejantes a bigotes que hacen las veces de sensores.
«Descubrimos que los manatíes poseen lo que llamamos vellosidades táctiles en todo el cuerpo, a diferencia de la mayoría de los mamíferos que sólo tienen bigotes en la cara», explicó Reep, del Colegio de Medicina Veterinaria de esa universidad.
Combinadas, las vellosidades táctiles forman una especie de aparato sensorial que, según los biólogos, tal vez permite que los manatíes detecten cambios en las corrientes, la temperatura del agua e incluso la fuerza de la marea. En cuanto a la forma en que acercan los labios como si fueran a besar a los buzos, agrega Sarko, no es más que un medio de obtener información, ya que el movimiento separa las vellosidades que rodean el hocico para percibir lo que se aproxima.
«Esos vellos faciales exploran activamente el ambiente que los rodea», afirma la bióloga. «Aunque cabe la posibilidad de que el buzo le haya parecido atractivo. No puedo asegurarlo».
Migración laberíntica
El descubrimiento de Sarko y Reep podría explicar la capacidad de los manatíes para realizar tareas complejas, como sus prolongadas y enrevesadas migraciones en aguas fangosas. Un ejemplo, señaló Reep, es el impresionante viaje que realizan a través de una red laberíntica de canales denominada Ten Thousand Islands cerca de Naples, Florida.
«Si alguien que desconoce la región emprende el recorrido en barco por primera vez, se perderá en dos minutos», informa Reep. «Es un ambiente de lo más confuso». Sin embargo, los manatíes recorren el acuoso laberinto todos los días. Abandonan los ríos cada mañana para buscar alimento en grandes lechos de pastizales marinos frente a la costa, antes de regresar nadando tierra adentro por la noche.
«De allí que la interrogante sea, ¿cómo saben lo que hacen?», cuestiona Reep. «Hablamos de aguas relativamente oscuras y sabemos de antemano que los manatíes no poseen buena agudeza visual». «Una de las hipótesis es que las vellosidades táctiles que les cubren el cuerpo puedan detectar el movimiento del agua y ayudarles a precisar su posición en el ambiente, utilizándolas como herramientas de navegación».
Sarko concuerda con esa explicación, gracias a otras observaciones sobre la gran destreza migratoria de los manatíes. «Abandonan el área cuando se aproxima un huracán. Por ello nos preguntamos qué tipo de sentido poseen y qué cosas pueden detectar», comentó. «No obstante, quisiéramos saber mucho más de su capacidad para utilizar esas vellosidades».
Reep señaló que un equipo del Laboratorio Marino Mote de Sarasota está realizando pruebas con dos manatíes cautivos para determinar el tipo de información que recogen las vellosidades especializadas de los animales. «Con la información de estudios como ese, podremos empezar a entender realmente el tipo de inteligencia que desarrollan los manatíes», afirmó Reep.
¿Quién evolucionará?
En un estudio independiente, Reep y Sarko también descubrieron que, comparados con otros mamíferos, los manatíes dedican mayor capacidad cerebral al sentido del tacto. La investigación, publicada el mes pasado en Brain, Behavior and Evolution, reveló que las regiones cerebrales relacionadas con el tacto son «especialmente grandes» en los manatíes, tanto o más que en animales que han desarrollado una sensibilidad táctil especial, como los topos nariz de estrella.
«Eso sirvió para reafirmar nuestra impresión de que los manatíes realmente dependen del sentido del tacto para navegar por su mundo», insistió Sarko. Sin embargo, si las vacas marinas armonizan tanto con su ambiente, debemos preguntarnos por qué pueden percibir a un nadador en el agua pero no detectan amenazas inminentes, particularmente los barcos.
El año pasado, 86 manatíes murieron en Florida al chocar contra embarcaciones, la segunda tasa de mortalidad más alta que se haya publicado en ese sentido. Sarko sugiere que los manatíes evolucionaron para interpretar las fuerzas naturales de su ambiente a lo largo de millones de años, pero quizá no están capacitados para percibir el peligro de elementos más modernos.
La amenaza que representan las embarcaciones, agregó, «es un fenómeno evolutivo tan novedoso que quizá no han podido adaptarse a él aún». No obstante, de acuerdo con Sarko, conforme las investigaciones revelen más sobre la capacidad de los manatíes, la comunidad científica podría colaborar con los esfuerzos de conservación para proteger mejor a los animales.
«Nuestro objetivo primordial es comprender un poco mejor a los manatíes y entender cómo perciben su ambiente», concluyó Sarko. «De ese modo, dado a que no han podido adaptarse bien a nosotros, quizá podamos adaptarnos un poco mejor a ellos».