Los pingüinos de Adelia podrían extinguirse en una década

Los pingüinos de Adelia del Antártico se encuentran en el centro de una tremenda conmoción debido a que el cambio climático ha ocasionado el calentamiento de su helado hábitat, informan expertos.

El cambio climático acelerado ha reducido significativamente su población
Los pingüinos de Adelia del Antártico se encuentran en el centro de una tremenda conmoción debido a que el cambio climático ha ocasionado el calentamiento de su helado hábitat, informan unos expertos. Aunque algunas poblaciones todavía prosperan, la mayor parte declina rápidamente.

Los pingüinos dependen de la plataforma de hielo marino para alimentarse de krill. Sin embargo, también necesitan que la superficie helada disminuya durante el verano para tener acceso a sus colonias de reproducción en tierra firme. Antaño, la latitud media de la península Antártica ofrecía el hábitat perfecto a estas aves, pero eso ha cambiado.

«La región ha experimentado el calentamiento invernal más acelerado del planeta -anunció Bill Fraser, ecólogo del Grupo de Investigación de Océanos Polares, sito en Sheridan, Montana-. Las temperaturas a mitad del invierno son unos 6 grados centígrados más altas que hace cincuenta años». De persistir la tendencia, Fraser predice que los pingüinos de Adelia se extinguirán localmente en un plazo de cinco a diez años.

Mix master global
Adelia es la especie de pingüino más pequeña que existe, con un peso de entre 4 y 5.5 kilogramos. Desde que Fraser inició su estudio, en 1974, ha observado una reducción de 80 % en la población de Adelia de la región occidental de la península Antártica.

Hoy día quedan escasas ocho mil aves de una colonia original de 40 mil ejemplares. «Son los consabidos canarios de las minas de carbón, en cuanto a que responden a los cambios que ocurren en una escala enorme -apuntó Fraser-. Son cambios de escala global; la península [Antártica] no es la única que experimenta calentamiento».

Doug Martinson, oceanógrafo físico del Observatorio Terrestre Lamont-Doherty de la Universidad de Columbia en Palisade, Nueva York, hizo la observación de que el calentamiento particularmente acelerado de la península podría estar vinculado con factores peculiares de la región.

«La península sufre un calentamiento que, en invierno, es casi 5.5 veces mayor que el promedio global -aseveró Martinson-. Debe haber alguna otra fuente de calor que funde los glaciares y eleva la temperatura del aire, y la fuente más evidente es el mar».

El agua tiene una capacidad mucho mayor que el aire para transportar calor. Conforme se calienta el aire de las regiones ecuatoriales, el calor se abre paso hasta las profundidades oceánicas y las corrientes del fondo arrastran agua más templada hacia el Polo Sur, donde es «secuestrada» por la corriente circumpolar del Antártico: un «mix master global», como lo describe Martinson.

Cuando esta corriente choca contra la península Antártica, algo del agua caliente fluye hacia la plataforma continental, se abre camino hasta la superficie y despide calor hacia la atmósfera. «La circulación de aguas oceánicas profundas arrastra agua hacia nuestra área de la península Antártica la cual, apenas por debajo de la superficie marina, es cuatro grados centígrados más alta que el punto de congelación -explicó Martinson-. Es como un tren de carga que transporta tizones calientes a esa región helada».

En décadas recientes, Martinson ha encontrado que el hielo marino comienza a derretirse mucho antes de lo habitual y se congela mucho tiempo después. «Desde los años ochenta, la temporada de verano sin hielo marino se prolonga 85 días -afirmó-. Es casi el doble de la duración del verano austral, en lo que se refiere al hielo marino».

¿No todo es negativo?
Sin embargo, no todo son malas noticias para los Adelias, aseguró Fraser del Grupo de Investigación de Océanos Polares. Conforme se calienta la península Antártica, las regiones meridionales se vuelven más adecuadas para la especie. Las poblaciones de Adelia en el extremo sur de la península se han triplicado en décadas pasadas, prosiguió Fraser.

Y algunas especies de palmípedos que no toleran bien el hielo, como los pingüinos de cara marcada y gentu, se desplazan hacia los ambientes antárticos más templados que antes ocuparan los Adelia. Desde 1974, los pingüinos gentu han aumentado sus cifras en 7 500 %, mientras que los de cara marcada hicieron lo propio en un porcentaje de 2 700.

«Corremos la broma de que, un día, los gentu controlarán el mundo», dijo Fraser. No obstante, el peligro persiste en todas las regiones antárticas cuya temperatura pueda exceder el margen ideal para los Adelia. «El pingüino Adelia es capaz de enfrentar casi cualquier cosa -agregó Fraser-. Pero verlo tan afectado por el cambio climático [ocasionado por el hombre] es muy doloroso».