Develamos el misterio de porqué la luna se ve de distintos tamaños de acuerdo a su ubicación
Algunos observadores del firmamento podrían constatar sobre las ilusiones ópticas de la luna: en ciertas coordenadas, cuando se observa partida por el horizonte, aparece grande, con el tamaño de una montaña redonda que irradia mucha luz. En cambio, cuando se halla directamente por encima de nuestras cabezas, es como la circunferencia de una simple moneda.
Varias teorías se han formulado en relación a las ilusiones ópticas del satélite natural de la Tierra. La más aceptada hasta ahora es la denominada «ilusión Ponzo», postulando que los objetos lejanos aparentan mayor tamaño que los cercanos por un fenómeno de perspectiva parecido al que tendríamos si viéramos unas vías de tren desde el punto de vista del vehículo. Al extenderse las líneas paralelas de la vía hacia lo profundo, la distancia entre ellas parece acortarse.
Pero dos investigadores de la Universidad de Susquehanna, Estados Unidos, opinan lo contrario. Ellos afirman que nuestros ojos le dan señales al cerebro de que la Luna en el horizonte se encuentra más cerca. El cerebro, al recibir esta información, aumenta el tamaño del satélite en nuestra mente, ocurriendo la ilusión de cercanía.
Para sostener su teoría, los investigadores demostraron que la referencia de distancia entre dos objetos es proporcionada por la visión binocular. Así, la imagen tridimensional que se observa se forma a partir de una visión ligeramente diferente en cada ojo. La diferencia que hallemos entre las dos imágenes determinará la percepción de distancia sobre cada objeto.
La Luna, al tener la referencia de tamaño con el horizonte, tiene una proporción más diversa. Por ende, si se observa alzada en el cielo, al no haber un horizonte cercano con el cual compararla, se percibe más lejana.
Una prueba de la visión binocular es que, al cerrar un ojo, para después hacer lo mismo con el otro, podremos comprobar la diferencia de percepción de la imagen que observamos.