La lucha de unos romanos por impedir el cierre de un cine que existe desde los años 50.
Hace tres décadas, Giuseppe Tornatore logró conmover al mundo narrando el auge y la caída de un cine en una pequeña localidad de Sicilia con «Cinema Paradiso». Y ahora, en su lucha por salvar el legendario Cinema America, un puñado de idealistas adolescentes romanos ha conseguido recabar el apoyo de grandes actores y cineastas del país, e incluso de su cinéfilo presidente.
El Cinema America abrió sus puertas en los años 50 en el Trastevere, entonces un barrio obrero de la Ciudad Eterna y actualmente una de las zonas de moda. El cine cerró en los 90 y más tarde fue adquirido por unos promotores que planean derribarlo y construir apartamentos de lujo. En 2012, decenas de estudiantes entraron en sus abandonadas instalaciones y crearon el Cinema America Occupato, un centro cultural autogestionado que ofrece proyecciones de películas, clases de teatro, y una zona de estudio.
«Cuando tienes 16, 18 o 20, te das cuenta de que si quieres pasar el rato en algún lado, como estamos haciendo tú y yo ahora, estás obligado a pagar dinero», cuenta el activista Francesco Lomonaco mientras bebe un espresso en un bar cerca del cine. «En el Trastevere, están intentando convertir cualquier rincón en una pensión, mientras las tiendas tradicionales cierran para ser sustituidas por bares ‘trendy’», lamenta este estudiante veinteañero.
Por eso, ocuparon el cine para cambiar la situación. «Ninguno de nosotros era cinéfilo: lo que nos importaba era reclamar un espacio para su uso público». Y así, durante los 21 meses siguientes, el desvencijado cine creció tanto que se unieron a la causa grandes nombres del cine italiano. Maestros de la talla de Francesco Rosi, Ettore Scola, actores y cineastas como Nanni Moretti o Daniele Luchetti y Paolo Sorrentino, ganador del último Oscar de habla no inglesa con «La Grande Belleza», accedieron a proyectar gratis sus filmes y participar en coloquios.
«El cine tiene 700 asientos… pero cuando tenemos eventos con los realizadores, siempre acuden al menos mil personas. Es una experiencia fantástica» poder ver una película juntos y preguntar por qué hizo tal cosa en tal escena, señala Lomonaco.
Sin embargo, la magia terminó a comienzos de septiembre, cuando la policía puso fin a la ocupación de las instalaciones. «Un ejército de ocho vehículos policiales, incluida una patrulla antiterrorismo, apareció a las 7:20 de la mañana. Sólo encontraron a uno de nosotros durmiendo, y no ofreció resistencia», recuerda el joven activista. «Las abuelas del barrio salieron a la calle a gritar contra los agentes», añade sonriendo.
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Según Lomonaco, las autoridades romanas buscarán convencer a los dueños de vender el cine, aunque éste se encuentra en proceso de convertirse en edificio protegido, por lo que no podrían convertirlo en viviendas.
Los activistas defienden la compra del cine por parte de un colectivo respaldado por una campaña de fondos en el barrio y aportaciones de estrellas de cine. Actores como Toni Servillo y Elio Germano y varios cineastas, entre ellos Sorrentino, apoyan la idea, afirma Lomonaco.
Por el momento, según una portavoz del gobierno local, el alcalde Ignazio Marino prevé reunirse con los dueños para intentar convencerlos. «Pero el cine es propiedad privada, y si quieren quedárselo no hay mucho que podamos hacer», añadió.
Según el dueño de la sala, Massimo Paganini, la venta dependerá de si las grandes estrellas que se han ofrecido a ayudar realmente se rascan los bolsillos, pues no cree que un puñado de veinteañeros pueda considerarse compradores creíbles.
«A mí también me gusta ir al cine, ¿sabe?», dijo Paganini lamentando que se les criminalice como «asesinos de la cultura» cuando numerosas salas de la capital cerraron sus puertas o fueron remodeladas sin tanto revuelo. «Estuve en unos multicines el pasado fin de semana viendo un ‘blockbuster’ y, ¿sabe cuánta gente había entre el público? ¡Quizá 30!», declaró. Aunque confirmó que había sido citado por el alcalde, no aclaró cuándo tendrá lugar la reunión.
Mientras tanto, Lomonaco y sus amigos se han trasladado al Little Cinema America, situado en una cercana panadería que cerró hace varios años. Sus dueños pusieron el local gratuitamente a disposición mientras continúan intentado venderlo. «Tenemos nostalgia del viejo America, pero estamos felices de haber logrado crear un nuevo mini cine en un momento en el que la oferta cultural en Roma es igual a cero», escribieron los activistas en Facebook.
Según apuntan, en los últimos años Roma ha sufrido el cierre de 42 salas de cine, una tendencia que se acelera con la creciente popularidad del streaming. Además, la Ciudad Eterna está sufriendo una crisis presupuestaria que se traduce en recortes culturales. Pero mientras trabajan en renovar la panadería, sacando tiempo entre las clases, esta veintena de activistas entre 14 y 22 años han logrado ganarse el mayor de los respaldos posibles.
«Los esfuerzos de quienes trabajan para mantener una amplia presencia de centros culturales, teatros y cines en los barrios históricos de nuestras ciudades han de ser considerados, en términos generales, altamente positivos», dijo en una carta pública el presidente italiano, Giorgio Napolitano. Mientras, desde el barrio, reciben otro tipo de apoyo: según cuenta Lomonaco, una señora mayor les visita todos los días con una bandeja de pasta preparada por ella.
Fotografía: Encuentro con el director italiano Mario Martone para la proyección de su última película «Il Giovane Favoloso» en el Little Cinema America el pasado 14 de octubre.