La Universidad Nacional Autónoma de México, considerada entre las 100 mejores del mundo, es un lugar de gran tradición académica y de notoria importancia en la historia de México.
«L a mayoría llegaba en autobús. Hasta José Gaos, mi maestro de filosofía del lenguaje. Había una estación en donde hoy está el Museo Universitario de Ciencias y Artes (MUCA). Ciudad Universitaria (CU) era ya una verdadera unidad urbana. Había correo, banco, librería, papelería?», así recuerda Margarita Valdés, investigadora del Instituto de Investigaciones Filosóficas, el campus de principios de los sesenta. La creación de CU, como se le llama cariñosamente, es una faceta determinante en la historia de la Universidad Nacional. Antes de 1954, el Centro Histórico de la Ciudad de México era el barrio universitario. Ahí, entre templos, conventos, palacios y ruinas arqueológicas, se movían los estudiantes como en su casa desde la fundación de la entonces sólo Universidad Nacional de México, el 22 de septiembre de 1910, para festejar el primer centenario de un país independiente, cuando Porfirio Díaz impulsó la creación de una universidad nacional basada en la ley constitutiva promulgada por Justo Sierra.
Y la fuerza de la universidad quedó demostrada desde entonces: la Revolución iniciada mes y medio después de su inauguración no mermó ni frenó su misión, como tampoco lo han hecho las huelgas y crisis que a lo largo de 100 años se han suscitado. Dice uno de sus ex rectores (1986-1997) José Sarukhán: «La universidad ha demostrado que tiene la fortaleza suficiente para que después de paros, particularmente el último de 1999, la institución siguiera ahí, fuerte, porque simplemente sus insumos académicos, bibliotecas, laboratorios, trabajadores, profesores y alumnos siguen igual de fuertes». Si bien ninguna huelga es benéfica, la primera gran crisis, en 1929, fue crucial. En ese año la comunidad universitaria presionó para que se le concediera un carácter autónomo. Desde entonces es la Universidad Nacional Autónoma de México.
¿En qué se basa esa fuerza? En la formación de creadores. «No hemos comprendido el papel ni la relevancia de un sistema universitario que forme creadores, no reproductores ni servidores, que es lo que hoy se hace. Necesitamos creadores, ingenieros, artistas, filósofos, físicos, que son los que cambian el país», dice Sarukhán. En este sentido, la labor en investigación ha sido definitiva en su consolidación como una de las universidades más importantes del mundo hispano. En los años veinte, el rector José Vasconcelos dio a la Universidad Nacional escudo y el lema: «Por mi raza hablará el espíritu», contribuyendo a la gestación de una identidad universitaria que ya para los treinta no cabía en el Centro Histórico y vislumbró la necesidad de mudarse a otro código postal: el 04510.
En 1943, el rector Rodolfo Brito Foucher publicó la Ley de Fundación de Ciudad Universitaria. En 1946 se expropiaron los terrenos ejidales del Pedregal de San Ángel. Ese mismo año el rector Salvador Zubirán inició una campaña para recaudar 10 millones de pesos para la edificación del nuevo campus y se formó la Comisión de la Ciudad Universitaria, la cual convocó a un concurso interno entre los profesores de composición de Arquitectura. El 11 de abril de 1947 se presentó el anteproyecto que Enrique del Moral, Mario Pani y Mauricio M. Campos hicieron a partir del anteproyecto de los alumnos Teodoro González de León, Armando Franco y Enrique Molinar. Las obras se iniciaron el 10 de marzo de 1948 bajo la dirección general de Pani y Del Moral, quienes invitaron a ingenieros, arquitectos y artistas mexicanos para construir esta obra que retoma elementos arquitectónicos de las culturas prehispánicas y principios del funcionalismo.
El 20 de noviembre de 1952, antes de que acabara el sexenio de Miguel Alemán Valdés, se realizó una ceremonia de inauguración simbólica. Ese mismo año se instituyó el canto universitario, «Goya, Goya, cachún, cachún…», durante el clásico partido de futbol americano entre el Instituto Politécnico Nacional y la UNAM. El investigador en Ciencias Políticas de la Facultad de Estudios Superiores Aragón, Hugo Sánchez Gudiño, dice que esta porra fue inventada por Luis Rodríguez Palillo. El Goya se debe a que antes de mudarse al sur, los alumnos se iban de pinta al cine Goya (en el Centro), y al grito de Goya se «mataba la clase». El cachún es una hispanización de catch on, término usado en el futbol americano. Finalmente, los cursos iniciaron el 22 de marzo de 1954 en un acto oficial en la Torre de Rectoría, presidido por el presidente Adolfo Ruiz Cortines. Así empezó la vida de CU.
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Expansión universitaria
CU ejemplificaba las búsquedas planificadoras del movimiento moderno. «Es la idea de una gran manzana autosuficiente e integral, concebida como ciudad que pudiera abastecerse», dice Felipe Leal, ex director de la Facultad de Arquitectura y actual secretario de Desarrollo Urbano y Vivienda del Distrito Federal. «Por eso dispone de equipamiento, una clínica, estación de bomberos, plantas de tratamiento de agua y subestaciones de energía eléctrica? es una ciudad del conocimiento, una ciudad del saber». Y al igual que otros centros universitarios gigantescos, como la Universidad de Stanford ?casi de las mismas dimensiones, pero privada?, CU se ha convertido en un barrio entrañable para los capitalinos. Hoy es sede de conferencias magistrales, casa de KanBalam (una de las computadoras más poderosas de América Latina) y de encuentros caninos como el Club de basset hound, que se reúne el primer domingo de cada mes frente a Rectoría.
Aquella ciudad de poco más de 200 hectáreas ha crecido 500 más. Es más grande que el Vaticano y, aunque no tiene moneda propia, sí un club profesional de futbol soccer, el Herbario Nacional, microscopios electrónicos de alta resolución, el Servicio Sismológico Nacional, la sala de conciertos Nezahualcóyotl, el Museo de las Ciencias Universum, el Museo Universitario de Arte Contemporáneo e incluso una torre de residencias, que se construyó con la idea de ser sede para profesores invitados. Este edificio de ocho pisos está ubicado en las inmediaciones del Estadio Olímpico. En la UNAM existe una legislación que incluye un reglamento de Honor y Justicia en el que se estipulan las penalidades para las distintas faltas a los estatutos universitarios. «En cuanto a los delitos del orden común, se entrega a los delincuentes a la justicia del DF», dice Valdés. Por otra parte, el crecimiento de CU está sujeto a leyes y la ampliación arquitectónica, al reglamento de construcciones del DF. «Los inmuebles tienen que cumplir con los estándares normativos de seguridad estructural; no está exenta, no es un Estado dentro del propio Estado. Está regida por las leyes generales locales y federales en todas las áreas», dice Leal. Y respecto a esta explosión demográfica explica que es un fenómeno que impacta a cualquier conjunto urbano: «CU en principio estaba planeada para 40 mil estudiantes, y eso llevó a que creciera hacia otros circuitos. Toda modificación demográfica afecta las infraestructuras urbanas. Por fortuna, el casco central fue preservado y algunas de las funciones que se cubrían en la zona central se mudaron». Lo mismo sucedió con la Facultad de Ciencias Políticas, los teatros y la sede de la Orquesta Filarmónica.
Uno de los grandes mitos de CU es su extraterritorialidad. Lourdes Chechaibar, directora del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación, dice que «constituye un hábitat peculiar porque interactúa permanentemente
con la gran metrópoli. Es un espacio abierto que no discrimina». No existe restricción del paso. Ciudad Universitaria tiene una demarcación operativa como institución académica. Esta es su personalidad. No tiene muros, no se requieren salvoconductos para entrar, quizá sólo en vacaciones, pero el acceso es prácticamente ilimitado. Para Sarukhán, «la autonomía se refiere a la capacidad de la institución de darse gobierno, en el sentido de operación y de la posibilidad de analizar todas las corrientes de pensamiento humano, en total libertad. La autonomía no es una especie de territorialidad. No hay razón estricta para que la policía no pueda entrar; no debería haber limitaciones, incluso sería sano si tuviéramos cuerpos policiacos y un sistema jurídico saludables, así como una madurez ciudadana más amplia».
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Conflictos urbanos
Ciudad Universitaria es un reflejo del país. Los abusos son, también, parte de su vida cotidiana. Durante la gestión de Jorge Carpizo (1985-1989) se hizo un plano del territorio del campus y se recuperaron terrenos invadidos, uno de ellos ocupado hoy día por la Casa del Académico, que se renta para hacer fiestas, como bodas y bautizos.Tampoco CU está exenta del ambulantaje. No hay censo ni conteo certero del comercio informal, se calcula que cada día entran y salen más de mil ambulantes. Esta situación puso entre la espada y la pared a la UNAM en 2005, cuando se le exigió un plan de control si aspiraba a un lugar en la listade Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. De acuerdo con la Dirección General de Patrimonio Universitario, se emitieron lineamientos para evitar el comercio informal. Oficialmente sólo 311 comercios tienen permisos; sin embargo, la normatividad universitaria no ha podido detener esta plaga. En los rincones del campus es muy fácil conseguir comida, artículos escolares, programas de software, libros, ropa, flores? y hasta drogas. En 2009 un hombre fue asesinado en el estacionamiento de la Facultad de Filosofía y Letras; la Secretaría de Seguridad Pública vinculó este hecho al narcomenudeo.
La demanda de transporte y el uso indiscriminado del auto son otros conflictos. La estación de autobuses ubicada en el hoy MUCA desapareció en la primera expansión. A principios de los ochenta se estrenaron las estaciones de la línea tres del Metro que colindan con el campus. El Pumabús funciona desde el año 2000. A partir de febrero de 2007 los estacionamientos de las facultades restringieron su uso y se abrieron espacios en el estadio; además, se ha puesto en marcha un sistema de bicicletas. Pero CU es muy grande y la demanda de transporte parece ser más alta que la oferta: en la actualidad opera una «línea» ilegal de taxis colectivos que se identifica con una bandera amarilla, pero nadie sabe más. Por otro lado, la ampliación del metrobús, en 2007, había proyectado dos estaciones más en el Estadio Olímpico y en el Centro Cultural Universitario (CCU), además de la que hoy opera. Sin embargo, el rector Juan Ramón de la Fuente (1999-2007) se opuso con el argumento de que la universidad estaba a punto de obtener la declaratoria de la UNESCO y no debía afectar el paisaje arquitectónico. Y la ruta original se modificó.
Esta declaratoria ha contribuido a controlar el crecimiento desmedido. Dice Leal: «Ayudó a preservar el campus central. Disminuyó la intensidad con la que se construyó durante los setenta y ochenta, las décadas de mayor explosión demográfica». Fue también bajo la gestión del rector Guillermo Soberón (1973-1981) cuando hubo una expansión sin precedentes del aparato laboral que trastocó la vida en la demarcación del campus. CU ya no tiene hacia dónde crecer. «Son muy pocas las áreas susceptibles para construir, ha llegado a su punto de equilibrio. Tiene una dimensión adecuada ?dice Leal?, ya no debería crecer hacia el exterior. Sus límites están muy definidos. Y el poco crecimiento que puede tener tendrá que ser hacia el interior, hacia sus sótanos, partes internas, hacia zonas que no afecten su forma e imagen». O hacia otros campus en la república y con una conciencia ecológica. El físico Luis Mauricio Fortes dice que «Sarukhán propició el establecimiento de acciones sustentables, como el uso de aguas grises para el riego, el uso racional de la energía para alumbrado». En 2008, por acuerdo de De la Fuente, la zona de Reserva Ecológica de
CU creció 24.7 hectáreas y se «rezonificó» para quedar integrada por tres áreas de protección estricta de casi 250 hectáreas.
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Los retos
La dimensión de la UNAM es alucinante y, a pesar de las críticas acerca del presupuesto que se le ha asignado este año (similar al del estado de Tlaxcala), para Chechaibar «es mucho menos que el gasto de algunas secretarías de Estado con menos impacto para el futuro del país». Para Sarukhán simplemente resulta insuficiente: «es una cantidad mínima comparada con lo que debería. Somos un país con muchos requerimientos, con marginación, cierto, pero si no hay una visión de Estado, ¿cómo cambiaremos las cosas? El fortalecimiento de la educación superior es el arma que prepara a la gente capaz de analizar los problemas y encontrarles solución. La proliferación de universidades de garaje? que están preparando quién sabe qué? la pagaremos muy caro. No se comprende la importancia de crear universidades basadas en la investigación, así sólo estamos construyendo un país de mediocres». Y, como añade René Drucker, director de Divulgación de la Ciencia, esta inversión es «el único instrumento para una economía viable. El conocimiento marca el abismo entre las naciones desarrolladas y las subdesarrolladas». México produce aproximadamente 2 000 doctores al año mientras que Brasil, 10 000 y Estados Unidos, 45 000.
Son necesarios el fortalecimiento de la investigación y los nexos con la iniciativa privada, como lo hace ya el Instituto de Ingeniería con la empresa Ingenieros Civiles y Asociados (ICA); además del aumento de patentes. «Japón produce 40 000 al año, mientras que México apenas 500 de las que unas 130 son aprobadas», dice Drucker, quien también opina que los universitarios con doctorado son desaprovechados porque «el sector productivo no utiliza la tecnología como arma de crecimiento. Aquí es más fácil tener un trabajo si llegaste a la secundaria que con un doctorado». Prácticamente no existe diálogo entre la industria y la investigación. «Habría que estudiar con detenimiento el caso de Syntex, compañía farmacéutica mexicana, que produjo la píldora anticonceptiva en los años sesenta y setenta, contratando a muchos estudiantes de la UNAM», dice Fortes. En contraparte, elInstituto de Investigaciones Filosóficas «tiene convenios con preparatorias para actualizar profesores y con algunas asociaciones profesionales para ofrecer diplomados y especialidades. Existen proyectos de investigación compartidos con universidades privadas y públicas de provincia. Nuestro programa de publicaciones es muy importante y la biblioteca, la mejor en filosofía en América Latina», dice Valdés.
Combatir a los fósiles es otro de los retos, aunque parece ya imposible que alguno de los 314 557 estudiantes activos repita la hazaña del estudiante que en 1964 se inscribió a la Preparatoria 7 y, 33 años después, llegó a la icenciatura. En contraste, está el caso de Juan José Ortiz Montuy, quien estudió tres licenciaturas, en todas se tituló, y a los 86 años concluyó una maestría en Ciencias Políticas con la tesis «Efectos políticos de las leyes electorales». La UNAM es una expresión de México, lo ha sido por 100 años. En sus 2 098 edificios en México y el extranjero hay de todo: profesores brillantes y flojos, alumnos buenos y malos, premios Nobel y fósiles, y cada quien desde su experiencia siempre regresa a su alma máter ya sea al grito de «Goya», durante un partido de futbol, al consultar la Hemeroteca Nacional, al leer la Revista de la Universidad, al asistir a una función del TallerCoreográfico de la UNAM, al comer un salpicón de venado en el restaurante Azul y Oro, al disfrutardel Espacio Escultórico o traer la mascota al famoso hospital veterinario. Ya sea en CU o en alguna de sus sedes, en televisión o en radio, los unamitas saben de dónde vienen. «La UNAM te marca, aquí se aprende a interactuar con México en el sentido más amplio del término. Convives con personas de todo origen racial, de todas clases sociales, esa riqueza la agradeces siempre. Esa
diversidad te marca mucho. Es México», finaliza Chechaibar.
Ciudad Universitaria, ubicada en el código postal 04510 y galardonada con el Premio Príncipe de Asturias 2009, es un referente dentro de la Ciudad de México, un barrio entrañable y la capital de la Universidad Nacional.
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