Algunos estudios han comprobado la relación de recepción de luz con las funciones básicas del organismo.
Numerosos estudios e investigadores se han dado a la labor de dilucidar el porqué al envejecer se presenta pérdida de memoria, reflejos que se atrofian, insomnio y hasta depresión. La información en el mainstream nos ha dado a entender que el colesterol alto, la obesidad y el sedentarismo son las causas por las cuales al envejecer nuestra salud decrece.
Pero últimamente los científicos se han volcado a un responsable insospechado: los ojos.
Y es que, según un estudio de la Facultad de Medicina de la Universidad de Kansas (FMUK), al tiempo que envejecemos, también los ojos, por lo que los fotorreceptores dejan pasar cada vez menos luz a través de la pupila y el cristalino, lo que conlleva que las células en la retina no regulen correctamente los ritmos circadianos, emitidos desde la parte del cerebro denominada núcleo supraquiasmático, un área íntegramente conectada con los mensajes que le envía el ojo a través de la luz.
Los ritmos circadianos son los procesos fisiológicos que regulan las funciones principales de de cualquier organismo, como el hambre, el raciocinio, la memoria, la energía para las demandas del día, entre otras. Nos anticipan a las exigencias del día y regulan la energía para el cansancio en la noche. Las proteínas y el metabolismo están intrínsecamente relacionados con este reloj interno.
Esto quiere decir que los ritmos circadianos dependen de la luz para poder liberar las hormonas melatonina e hidrocortisona, fundamentales para que a la hora de despertarnos tengamos las funciones donde deben estar, con un correcto funcionamiento durante el día. La inestabilidad en estos ritmos da como resultado insomnio y pérdida de memoria.
«En la sociedad moderna, la mayor parte del tiempo vivimos en un entorno controlado bajo luces artificiales, que son de mil a 10 mil veces más tenues que la luz solar y de la parte equivocada del espectro» dijo al NY Times, Patricia Turner, oftalmóloga que junto con su esposo, Martin Mainster, catedrático de oftalmología en la FMUK, son los líderes de la investigación. El comentario de Turner hace alusión a sus cálculos: para los 45 años, el humano recibirá sólo el 50 por ciento de luz necesaria para la estimulación cabal de los ritmos circadianos. Para los 55 años, el 37 por ciento, y para los 75 años, apenas el 17% de luz necesaria se absorberá.
Por eso Turner y Mainster recomiendan que, conforme se avance en edad, las personas se expongan más a la luz solar, o por lo menos una iluminación interior brillante cuando no se pueda salir al aire libre. Los de la tercera edad son más vulnerables, ya que permanecen más tiempo en interiores. Una actividad nada exigente al aire libre, como sentarse en la banca de un parque, ayudará a que los adultos de edad avanzada estimulen su sistema circadiano.
El estudió se publicó en el Diario Británico de Oftalmología de febrero (The British Journal of Ophtalmology).