A Ana Bolena, la segunda reina de Enrique VIII, se le suele presentar como seductora y responsable del cambio de fe en Inglaterra. Hoy también es reconocida como una figura de inteligencia y de dedicación a la educación y la reforma religiosa. Sin embargo, tras su arresto y posterior ejecución por los supuestos cargos de adulterio e incesto, en mayo de 1536, Enrique VIII estaba decidido a borrarla de la historia. Mandó retirar sus emblemas reales de las paredes del palacio, esconder sus brillantes joyas en oscuros cofres y desaparecer sus preciados libros de las páginas de la historia.
A pesar de todo eso, reapareció una de sus posesiones: su libro de horas. El asombroso libro de oraciones (impreso alrededor de 1527, con textos devocionales diseñados para leerse durante el día) incluía grabados pintados a mano acompañados de un raro ejemplo de la escritura de la reina, quien, al margen de una de las páginas bellamente decoradas, escribió una copla seguida de su firma: “Acuérdate de mí al orar, pues la esperanza día tras día te ha de guiar, Ana Bolena”.
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El libro desapareció tras la ejecución de Ana Bolena y resurgió a principios del siglo XX, cuando el millonario estadounidense William Waldorf Astor compró el castillo de Hever, la casa de la infancia de Bolena en la campiña inglesa. Sin embargo, lo que había sucedido con el devocionario de la humillada reina aún era un misterio, hasta que una nueva investigación reveló firmas ocultas entre sus páginas. Esto ayudó a rastrear su camino a lo largo de la historia.
El paradero del libro en los aproximadamente 360 años entre la muerte de Bolena y su resurgimiento se mantuvo como un enigma hasta 2020, año en el que Kate McCaffrey, estudiante graduada de la Universidad de Kent, trabajaba en su tesis de maestría sobre el libro de la reina y descubrió algo inesperado en un margen. “Noté lo que a simple vista parecían borrones”, recuerda McCaffrey, curadora auxiliar en el castillo de Hever desde 2021.
Intrigada, consiguió una luz ultravioleta industrial y la colocó en la habitación más oscura del castillo. Este tipo de luz suele usarse para examinar documentos históricos, porque la tinta absorbe la longitud de onda ultravioleta y hace que se vea más oscura contra la página cuando se expone a esta. “Las palabras aparecieron. Fue increíble verlas bajo la luz, estaban completamente Iluminadas”, recuerda la curadora.
McCaffrey cree que las palabras “invisibles” habían sido borradas a finales de la época victoriana, cuando era común “limpiar” los márgenes de los libros manuscritos. Pero, gracias a su trabajo detectivesco, las palabras borradas resultaron ser la llave que permitió el escape de una posible destrucción del libro en la corte y lo condujo hasta un lugar seguro en las manos de un dedicado grupo de simpatizantes de Ana Bolena.
En varias páginas del texto se revelan los nombres y las anotaciones de varias mujeres de Kentish, entre las que están Elizabeth Shirley, Philippa Gage y Mary West. Todas ellas se unieron para salvaguardar el preciado libro de horas y mantener vivo el recuerdo de Ana Bolena.
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Aunque todavía no está claro quién de ellas fue la primera en recibir el libro, Natalie Grueninger, experta en Bolena, sugiere que la propia reina se lo entregó a Elizabeth Hill, quien creció cerca del castillo de Hever y cuyo esposo, Richard, fue sargento de la Bodega del Rey en la corte de Enrique. Además, hay registros de la pareja jugando cartas con el rey y una posible amistad con Hill podría haber motivado a Bolena a dejarle su libro de oraciones antes de su ejecución.
“Esta extensa familia de Kentish mantuvo el libro a salvo tras el fallecimiento de Ana, un acto increíblemente valiente si se considera que habría sido traición”, remarca Grueninger, autora de The Final Year of Anne Boleyn (El último año de Ana Bolena).
El libro de horas pasó de madres a hijas, hermanas y sobrinas hasta finales del siglo XVI, cuando aparece el último nombre al margen.
“El hecho de que sean mujeres quienes lo resguardaron es una historia muy hermosa de solidaridad, comunidad y valentía”, comenta McCaffrey.
El libro, que ahora se exhibe en el castillo de Hever, es un referente del enigma que fue Bolena. El historiador Owen Emmerson señala que su ADN está en las páginas que tocó y besó durante sus oraciones diarias. “Este libro era muy preciado para ella —explica Emmerson—. Debido a lo que le sucedió a Ana Bolena, no contamos con mucha información sobre sus palabras, pero los vestigios físicos de su uso del libro y la escritura de esa bella copla llevan impresa su identidad”.
A pesar de que el libro de horas de Bolena encontró su camino de regreso, la investigación de este intrigante misterio aún no termina. McCaffrey sigue trazando el origen del libro a lo largo de los siglos para descubrir más sobre su trayectoria furtiva (y su propietaria, que ha suscitado fascinación por más de 500 años).
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