Gracias a una cabeza de serpiente mexica los arqueólogos tienen mayor certeza de la paleta de color usada por este pueblo mesoamericano.
Los sismos que ocurren en la Ciudad de México mueven también las entrañas de la antigua Tenochtitlan, en ocasiones, revelando tesoros arqueológicos. Ese fue el caso del temblor que sacudió a la capital hace poco más de un año, el 19 de septiembre de 2022. Aquella vez se alcanzó a mostrar una enorme cabeza de serpiente mexica labrada en piedra. Más allá de la impresión positiva que puede dar el encuentro con objetos de esta naturaleza, hay algo que hace a esta pieza sumamente especial: el color.
El mismo día del sismo, la cabeza de serpiente mexica fue recuperada por personal de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). Además, se contó con el apoyo de especialistas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Los colores sagrados
Las estimaciones de los expertos apuntan que la pieza arqueológica tiene más de 500 años de antigüedad. Sus proporciones, por otro lado, son de 1.80 metros de largo y 1.2 toneladas. Pero, fuera de estos datos, lo que ha maravillado a los expertos que han continuidad las labores de conservación es que, entre los objetos de su tipo, esta cabeza es la que conserva mayores vestigios de color, con policromía en aproximadamente 80% de su superficie.
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“Estos pigmentos, que representan un ejemplo notorio de la paleta de color que los mexicas usaban para decorar sus imágenes de culto y sus templos, son sumamente frágiles por los materiales minerales y vegetales de los que eran obtenidos” dijo María Barajas Rocha, coordinadora del equipo de conservación en un comunicado del INAH.
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Por si fuera poco, la peculiaridad es aún más. Resulta que las mezclas de lodo y agua que la cubrieron por más de medio milenio también permitieron que su estuco se preservara. Los rastros de colores corresponden al azul, rojo, ocre, blanco y negro.
Se contempla que los trabajos de conservación y estabilización se extiendan hasta inicios de 2024, así lo aclararon los arqueólogos Patricia Ledesma y Salvador Pulido. Cabe mencionar que la UNAM habilitó una cámara de humedad en la cual se están haciendo todas las labores necesarias.
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