Un pigmento sagrado contaminó con mercurio a las ciudades mayas más importantes del Periodo Clásico, afectando la salud de miles de personas.
Los niveles históricos de metales pesados que aquejan a las costas de la Riviera Maya actualmente alarman a las autoridades de México y Guatemala. Sin embargo, parece ser que no es la primera vez que la región adolece de altos niveles de tóxicos. Por el contrario, las ciudades mayas antiguas también rebosaban en contaminación por mercurio.
De hecho, los altos índices de metales pesados hicieron que varias de las urbes más poderosas se desplomaran, mucho antes de que llegaran los invasores europeos. Según un estudio reciente publicado en Frontiers in Environmental Science, los niveles de mercurio eran tan altos en las ciudades mayas que los investigadores contemporáneos tuvieron que tomar precauciones para no afectar su salud.
Esto es lo que sabemos.
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Niveles equiparables a la era industrial
La Universidad Católica de Australia, en colaboración con un equipo internacional de investigadores, condujo el estudio sobre la contaminación por mercurio en las ciudades mayas. Aunque no está claro por qué había niveles tan elevados del metal en las urbes más densamente pobladas, los científicos aseguran que son equiparables a los que existen actualmente.
Las mediciones se consiguieron a partir de excavaciones en 10 sitios y sus alrededores en la selva, datados del Periodo Clásico (200-900 d.C.). Al menos el 70 % de las ciudades mayas resultaron estar contaminadas con mercurio, explican los autores:
«Descubrir mercurio enterrado profundamente en suelos y sedimentos en las antiguas ciudades mayas es difícil de explicar, hasta que comenzamos a considerar la arqueología de la región que nos dice que los mayas usaron mercurio durante siglos».
Los restos de mercurio se encontraron en aguas termales y en algunos pigmentos de colorante que los mayas usaban para pintar murales antiguamente. Específicamente, aquel empleado para tonalidades rojas. «Para los mayas, los objetos podían contener ch’ulel, o fuerza del alma, que residía en la sangre», dice el geoarqueólogo de la Universidad de Cincinnati, Nicholas Dunning.
Aunque el color tenía una connotación sagrada, sin saberlo, los mayas se intoxicaron con mercurio al emplearlo repetidamente. El legado de este uso se transmitió a los suelos y sedimentos alrededor de las ciudades más desarrolladas en el Periodo Clásico. Aún no ha quedado claro cómo fue que afectó su salud, o las consecuencias vitalicias que tuvo para las personas envenenadas.
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