En pleno siglo XXI el pasar del tiempo es una obviedad. Conocemos perfectamente su estructura: días, semanas, meses y años, pero las medidas temporales no siempre han sido las mismas. A lo largo de la historia muchas civilizaciones se encargaron de diseñar un sistema de datación propio, conveniente según sus estilos de vida. El calendario egipcio no es la excepción.
En el Antiguo Egipto existieron dos calendarios distintos: el lunar y el civil. Según Britannica, el más antiguo fue el primero. Curiosamente, como el calendario actual, constaba de doce meses y tenía bases astronómicas. Cada luna nueva marcaba el inicio de un mes; sin embargo, el calendario lunar era 10 u 11 días más corto que el solar y para solucionarlo, cada cierto tiempo se añadía un decimotercer mes.
«Dado que el calendario lunar era de 10 u 11 días más corto que el año solar, se intercalaba un decimotercer mes (llamado Thoth) cada varios años para mantener una correspondencia aproximada con las estaciones agrícolas y sus festividades», señala Britannica.
La aparición helíaca de la estrella Sothis marcaba el comienzo de un año nuevo. Este evento astronómico era sumamente relevante no solo por funcionar como punto de partida, sino también porque determinaba si se añadía -o no- el decimotercer mes. Más tarde, el calendario lunar fue paulatinamente acompañado por el civil.
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Varios siglos antes de comenzar la era común los egipcios idearon un nuevo calendario sorprendentemente parecido al gregoriano; es decir, el que usamos actualmente. Tenía 12 meses y cada uno de ellos 30 días. Además, se añadían 5 más llamados ‘epagomenales’ que ajustaban el calendario a los eventos astronómicos, sumando así 365. Más tarde, en otros sistemas de datación, dichos días se integrarían a los meses.
«Aparentemente, no hubo ningún intento de introducir un día de año bisiesto para compensar el deslizamiento de un día cada cuatro años; como resultado, el calendario civil rotaba lentamente a través de las estaciones, completando un ciclo completo a través del calendario solar después de 1,460 años», menciona Britannica.
Durante todo el periódico faraónico los dos calendarios egipcios funcionaron a la par. De hecho, los nombres de los meses en el civil eran los mismos del lunar y en el siglo IV a.C. se planeó un nuevo sistema que mezclaba a los dos. La idea era implementar un calendario lunar esquematizado de 25 años sobre los patrones a los que obedecía el sistema civil. Sin embargo, no existe mucha información al respecto.
El calendario egipcio, en cualquiera de sus presentaciones, es solo una muestra más de la complejidad cultural y el asombroso ingenio del Antiguo Egipto. Finalmente, los sistemas de datación antiguos son parte de un legado milenario que explica la forma en la que hoy vivimos y comprendemos al universo.
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