Los complejos rituales en Mesoamérica fueron construidos con base en un calendario astronómico de 260 días, que los alineó a las estrellas.
Los pueblos mesoamericanos eran ávidos observadores de la bóveda celeste. Ya fuera para regular los ciclos agrarios, o para establecer un contacto con sus deidades, las civilizaciones que se establecieron en el actual México volvieron la mirada a las alturas para encontrar respuestas. Tanto así que, hace 3 mil años, establecieron un calendario de 260 días: el tiempo que les tomaría cerrar un ciclo anual.
Este régimen temporal, de acuerdo con un nuevo estudio publicado en Science Advances, tenía finalidades ceremoniales y agrícolas a la vez. En el caso de los mayas, por ejemplo, se le conocía como Chol Q’ij, o Tzolk’in: en su ciclo primario, el calendario contemplaba 260 días. Es decir, 20 días por 13 semanas, explica el arqueólogo tzeltal Alonso Méndez. Esto es lo que sabemos.
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Así en la tierra como en el cielo
De acuerdo con los científicos a cargo del estudio, el calendario de 260 días en las culturas mesoamericanas estaban íntimamente relacionado a los ciclos del maíz y de reproducción humana. Los registros más antiguos de este sistema datan del siglo III a.C., explican los arqueólogos, con un glifo encontrado en Guatemala que representa el día 7-ciervo.
A diferencia del entendimiento judeocristiano, para las culturas en Mesoamérica el tiempo no era lineal. Por el contrario, era cíclico. Y lo que es más: sucedía en varios planos simultáneamente. Por ello, también, había días fatuos y nefastos, que se establecían a nivel religioso y astronómico a lo largo del año.
Con la ayuda de la tecnología LIDAR —una técnica de láser aéreo—, los investigadores encontraron este glifo se encontró en un mural enterrado en la jungla de Guatemala. De acuerdo con el estudio, representa el séptimo día en el calendario maya. A partir de esto, los investigadores confirmaron que las construcciones mesoamericanas están alineadas a las estrellas con base en fechas específicas:
«Los estudios arqueoastronómicos han demostrado que los edificios cívicos y ceremoniales importantes en Mesoamérica estaban orientados en gran medida a la salida o puesta del sol en fechas específicas, pero el origen y la difusión de las prácticas de orientación no estaban claros».
Para la investigación, se analizó una ‘gran cantidad’ de complejos ceremoniales en el área a lo largo de la costa sur del Golfo de México, que se construyeron alrededor de los años 1100 a. C. al 250 d.C. Todos ellos fueron alineados al Sol, que implica un significado ritual basado en el calendario de 260 días.
Previo a este registro, no se ha documentado evidencia anterior al calendario mesoamericano. De hecho, los investigadores califican como ‘extremadamente difícil’ encontrar representaciones previas a ésta, por lo que es un «descubrimiento a gran escala».
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