Los vikingos no usaban brújulas ni astrolabios. En lugar de ello, empleaban piedras solares para trazar las mejores rutas de navegación.
La práctica ya era bien conocida entre la tradición oral de los vikingos. Para guiarse entre las tempestades más crudas, y a través de los mares barbados, los mejores navegantes de esta civilización utilizaban una serie de piedras ‘mágicas’, activadas con la luz del Sol. Este dispositivo podía caber en la palma de una mano, y era bastante más sencillo que los astrolabios europeos o las brújulas diseñadas en China.
Los vikingos utilizaban ‘piedras solares’ para trazar mejores rutas de navegación. La práctica alcanzó su apogeo hacia el siglo XIII, y se convirtió en una constante ampliamente extendida al término del XIV. Así fue como estos pedazos de cuarzo les ayudaron a surcar los mares desde Groenlandia e Islandia hasta, posiblemente, América del Norte.
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Una ‘brújula’ basada en la luz del Sol
Las piedras solares que utilizaban los vikingos no eran más que X. Por esta razón, también dependían ampliamente del clima y la disponibilidad de luz natural para funcionar correctamente. Visto así, estos dispositivos elementales eran prácticamente inservibles en días nublados —o cuando el Sol desaparecía en la línea de horizonte.
A pesar de ello, las piedras solares revelan la observación cercana que esta civilización de exploradores marítimos tenía de los movimientos del Sol en el firmamento. Según explica Heritage Daily, basaban sus registros de la luz solar en el azimut: el «ángulo que forma el Norte y un cuerpo celeste«, según documenta la NASA.
Siguiendo el movimiento del astro, los vikingos utilizaban las piedras solares para polarizar la luz solar:
«Para resolver esto, la teoría sugiere que la piedra solar era un cristal que polarizaría la luz y por el cual se puede determinar el azimut del sol en un cielo parcialmente cubierto o durante el crepúsculo», según documenta Heritage Daily
Básicamente, eran minerales traslúcidos como «cristales de cordierita, turmalina o calcita del espato islandés«, según documentó el arqueólogo danés Thorkild Ramskou. Sólo a través de estas piedras podrían determinar la posición exacta del Sol —y por lo tanto, su posición en el planeta.
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¿Dónde quedaron estos cristales de navegación?
La teoría de Ramskou ha sido debatida a nivel académico. Más que nada, porque los únicos registros que se tienen del uso de piedras solares entre los navegantes vikingos sólo está en la tradición oral y en las historias alegóricas nórdicas. A la fecha, todavía no se encuentran dispositivos similares entre los yacimientos arqueológicos de esta cultura.
Ni siquiera en los barcos funerarios que se han encontrado casi intactos en Islandia y Noruega se ha encontrado evidencia de cristales similares. Sin embargo, Ramskou considera que son una posibilidad, por las múltiples menciones que se les hace en la tradición literaria vikinga.
Aunque todavía no se han encontrado en los yacimientos vikingos, aparecen repetidamente en las leyendas de Rauðúlfs þáttr, escritos por una pluma nórdica anónima. Además de relatar las aventuras del rey Olaf, entre los viajes de exploración se menciona el uso de estas piedras ‘mágicas’, con la que los navegantes lograban salir de situaciones difíciles en el mar.
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