Aunque el origen del árbol de Navidad no corresponde a Inglaterra, fue en ese país donde comenzó a extenderse la tradición
En el hemisferio norte, el invierno llega hacia los últimos días de diciembre. La nieve y las bajas temperaturas se asocian a la atmósfera navideña . Por supuesto, los motivos cristianos, como los nacimientos y la corona de adviento, son clave en la festividad. Sin embargo, cuando se piensa en esto, se debe reconocer que hay un ícono de trascendencia especial. Pocas personas conocen, sin embargo, el origen del árbol de Navidad.
Antes del cristianismo, ya estaba difundida una creencia con respecto a los árboles que permanecen verdes y frondosos cuando el invierno llega. De acuerdo con History, en algunos países se colgaban ramas de estas plantas en ventanas y puertas. La idea era que la vitalidad y pureza de la naturaleza ahuyentara a fantasmas, brujas, espíritus malignos y enfermedades.
En concreto, de los antiguos egipcios se desprende un ejemplo similar. Durante el solsticio, ellos celebraban el triunfo de Ra, dios del Sol, sobre la enfermedad, llenando sus casas con juncos y palmas para representar la victoria de la vida frente a la muerte.
¿Cuál es el origen del árbol de Navidad?
El árbol de navidad, tal y como se le conoce en la actualidad, tiene su origen en Alemania, durante el siglo XVI. Britannica apunta que todo comenzó como una representación que el pueblo de este país hacía del “árbol del paraíso”. Esta tradición se desarrollaba, específicamente, el 24 de diciembre, fecha que se dedica al recuerdo de Adán y Eva. Al inicio, en la planta conmemorativa se colgaban obleas, signo cristiano de la redención. Posteriormente, éstas fueron sustituidas por galletas de diversas formas.
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Dentro del mismo cuarto en el cual se acostumbraba instalar esta representación, los alemanes disponían de un espacio para colocar la “pirámide de Navidad”. Este elemento se trataba de una construcción triangular, hecha de madera, que contaba con estantes en los cuales se ponían hojas, velas, figuras navideñas y una estrella. Llevar todo esos adornos al árbol fue lo que dio origen al famoso ícono de la Navidad.
Popularmente, se suele atribuir a Martín Lutero la idea de haber puesto velas en el árbol de Navidad. De ser cierto, el reformador protestante del siglo XVI, en un trayecto a casa, quedo impresionado al ver las estrellas a través de las ramas de los árboles. Inspirado por esta perspectiva, Martín Lutero emuló el efecto con los recursos que tenía a la mano.
De Alemania para el mundo
En el siglo XVIII, la tradición ya estaba bien extendida entre los luteranos alemanes. Un paso importante hacia la difusión del árbol de Navidad fue cuando éste llegó a Inglaterra. El evento ocurrió gracias a la reina Carlota, princesa de un ducado alemán que se casó con el rey Jorge III. De esta forma, el adorno navideño llegó a la casa real.
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No obstante, el verdadero suceso que sirvió para difundir al árbol de Navidad, como miembro inmanente de esta celebración, estuvo relacionado con la reina Victoria y el príncipe Alberto. The Illustrated London News publicó, en 1848, una fotografía de la familia real alrededor del ornamento navideño. Rápidamente, esta tradición, adoptada por los monarcas británicos, se convirtió en una tendencia mundial que con los años alcanzó el nivel que tiene actualmente.
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