Los barcos funerarios para los vikingos eran ‘vehículos para transitar al otro mundo’. Por ello, algunos entierros se realizaban con embarcaciones enteras.
Entre los grandes navegantes de la Edad Media, los vikingos se destacaron por su destreza bélica y náutica. Algunas de las mejores flotillas de exploración venían de Groenlandia, la isla que les acogió por siglos, antes de que la abandonaran para siempre. Eternos caminantes del mar, no es casualidad que despidieran a sus más grandes dirigentes entre las olas.
Una de las prácticas más conocidas de esta civilización fueron los entierros en barcos funerarios. Dispersos entre Noruega, Groenlandia y sus demás dominios nórdicos, estas naves podían tener diferentes magnitudes y lujos, dependiendo de la persona a la que se estuviera homenajeando.
Sin importar el género o la posición social, ésta era una de las diversas prácticas funerarias de aquella civilización medieval. A partir de los hallazgos de embarcaciones completas, esto es lo que se sabe al respecto de los entierros vikingos y su relación con la muerte.
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Los vikingos no tenían problemas de género en lo que a las prácticas bélicas se refería. Según revelan sus barcos funerarios, muchos de estos entierros estaban dedicados a grandes guerreras y liderezas políticas.
Así lo documenta National Geographic:
«De hecho, la tumba vikinga más grandiosa jamás encontrada no pertenecía a un hombre, sino a dos mujeres, una de unos 75 años y la otra de unos 50, que fueron enterradas en un barco funerario en la granja de Oseberg cerca de Tønsberg, Noruega.»
Sin embargo, ésta no era la única manera en la que los vikingos realizaban sus entierros y monumentos mortuorios. Por el contrario, parecía no haber una forma establecida para llevar a cabo los memoriales de sus difuntos. A pesar de ello, dos prácticas se destacaban entre las demás.
¿Cómo honraban los vikingos a sus muertos?
La primera de ellas tenía que ver, efectivamente, con los barcos funerarios. Según documenta History, la cremación era uno de los métodos más recurridos por los vikingos para honrar a sus muertos. Muchas veces, se montaban piras encendidas en embarcaciones mortuorias, de manera que el cuerpo de la persona se desintegrara con las llamas, entre las olas.
Estos barcos, según revela una investigación de arqueólogos en Olsen, partían al otro mundo atestados de los bienes de la persona que trascendió. Oro, armas y pertenencias personales estaban entre los elementos que acompañaban a los difuntos por su paso al más allá. En algunas ocasiones, también, se grababa la madera del barco con inscripciones sagradas, que les bendijeran en su tránsito a otro plano de consciencia.
Así como los arqueólogos noruegos, otros historiadores aseguran que estos barcos funerarios iban acompañados de procesiones de deudos. En ceremonias solemnes, los vikingos se despedían de sus compañeros caídos en batalla, o de aquellos que no habían logrado superar alguna enfermedad. Por ello, devolvían su cadáver a las olas, o lo enterraban debajo de estructuras líticas solemnes.
Monumentos mortuorios en tierra firme
La cremación también podía llevarse a cabo en tierra firme. En estos casos, los vikingos cavaban fosas superficiales, en donde enterraban las tumbas de sus seres queridos. En general, esta modalidad se dedicó a mujeres y niños, que cubrían campos enteros dedicados a cementerios.
Sobre el entierro, los vikingos instalaban una piedra que les recordara el lugar de descanso de sus dirigentes, familiares y amigos. En formaciones circulares, o en campos enteros dedicados a camposantos, las tumbas se organizaban en espacios sagrados.
De cualquier manera, los entierros vikingos en embarcaciones funerarias han resultado más llamativos, el peso simbólico que acarreaban consigo. Los barcos representaban el viaje que había transitado la persona a lo largo de su vida en la Tierra. Por ello, las naves eran un vehículo para, literalmente, transitar al más allá.
Por ello, algunos dirigentes políticos o miembros de la élite eran enterrados con todo y sus barcos. El ejemplo más reciente de esta práctica se encontró en Kvinesdal, un pueblo al suroeste de Noruega. Según los investigadores, lo más probable es que esta embarcación albergue no uno, sino varios cadáveres.
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