Para evitar que los seres humanos fueran más poderosos que él, Zeus les lanzó un rayo para partirlos a la mitad. Así nació la idea de amor platónico.
Platón fue un poeta frustrado. Originalmente, quería dedicarse a escribir obras de teatro. Sin embargo, los caminos de la vida lo llevaron a escribir tratados filosóficos. En la actualidad, documenta World History Encyclopedia, se hace referencia a algunos de ellos como los Diálogos. Se les conoce así porque están escritos, literalmente, como conversaciones entre algunos de los personajes más renombrados de la Antigüedad Clásica.
Sentado en su Academia en la antigua Grecia, el filósofo se dispuso a escribir sobre el origen del amor entre los seres humanos. Era el siglo I a.C. y, después de una carrera fallida como escritor de teatro, empezó a disertar sobre por qué sentimos una conexión instantánea con la persona adecuada, como si la conociéramos de otras vidas. Así nació la idea de amor platónico.
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Seres humanos partidos en dos
A lo largo de su obra, Platón representó a sabios y maestros que tuvo en sus años formativos. A partir del conocimiento que recibió de estas personalidades, utiliza sus voces para discutir asuntos que aquejaban a su sociedad a nivel político y metafísico. Uno de ellos, es el origen del amor perfecto entre los seres humanos.
Según lo que Platón escribió en El banquete, uno de sus diálogos más citados en la historia, hombre y mujer estaban unidos en un mismo ser en el principio de los tiempos:
“Todos los hombres tenían formas redondas, la espalda y los costados colocados en círculo, cuatro brazos, cuatro piernas, dos fisonomías unidas a un cuello circular y perfectamente semejantes, una sola cabeza, que reunía estos dos semblantes opuestos entre sí, dos orejas, dos órganos de la generación, y todo lo demás en esta misma proporción”.
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Mitad hombre, mitad mujer
Mitad hombre y mitad mujer, el ‘Andrógino‘ —como el filósofo nombró a este ser mítico— tenía todo el potencial para ser poderoso y brillante. La palabra viene, literalmente, de una unión entre ambos sexos: en griego, ‘andros’ quiere decir hombre; ‘giné’, se traduce como mujer. Andrógino es la unión perfecta entre ambas esencias.
Ante la posibilidad de perder poder frente al Andrógino, Zeus decidió partirlo a la mitad con un rayo fulminante. Fue así como los seres humanos empezamos a vagar por el mundo demedidados, partidos a la mitad, completamente perdidos sin el pedazo que nos hacía falta.
Ésa es la idea de amor platónico a la que cientos de miles de personas aspiran: a estar rotas, sólo para que alguien más les complete la existencia.
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En busca de la otra mitad
Para Platón, las uniones entre seres humanos iban más allá del género. Si bien es cierto que el Andrógino representa la unión perfecta entre masculino y femenino, las almas gemelas podrían venir en cualquier tipo de parejas. Entre hombres, de mujer a mujer o en cualidad mixta, el amor platónico desconocía barreras binarias y heternormativas.
Para buscar a la otra mitad, las almas gemelas tendrían que pasar por graves penas. Sin embargo, para evitar que la especie se extinguiera para siempre, Zeus le pidió a Hermes —el mensajero de los dioses— que le girara la cabeza a los seres humanos al mismo lado donde tenían el sexo. De esta manera, cuando se reconocieran y volvieran a unirse, podrían sentir placer y engendrar nueva vida.
En el origen, según este mito, las almas gemelas estaban unidas. Sin embargo, tras el castigo de Zeus tendrían que volver a encontrarse mientras pasaran por la Tierra. Por eso, según la lógica platónica, cuando alguien encuentra a su ‘otra mitad’, siente una conexión instantánea, casi ancestral, que les genera un vínculo humanamente indestructible.
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