El tarot es una de las herramientas de adivinación más populares; sin embargo, no siempre se utilizó para acceder a lo desconocido. Su origen se pierde en las brumas del tiempo y su uso ha evolucionado a lo largo de la historia.
Aunque el tarot es una invención occidental, probablemente sus antepasados aparecieron hace un milenio en China, y arribaron a Europa a través de la cultura islámica. En la Edad Media tardía, hacia el año 1300, varios juegos de cartas circulaban por todo el Mediterráneo. Ejemplos de estos antecedentes nos muestran barajas divididas en cuatro palos: oros, bastos, copas y espadas. En ellas no se encuentran representaciones de figuras humanas, que están prohibidas dentro del canon musulmán. Estas cartas también darían origen a juegos como la baraja española e italiana.
La iglesia católica, que en aquel entonces dominaba gran parte de Europa, no veía a las cartas con buenos ojos. Tratando de frenar su creciente popularidad, ciudades como Barcelona, París y Florencia prohibieron los juegos, que pasaron a la clandestinidad a principios del siglo XV. Alrededor de esta época surgieron las primeras barajas de tarocchi, uno de los juegos predilectos de la aristocracia. Sobreviven algunas de estas cartas, que nos muestran escenas delicadamente ilustradas, donde personajes de la vida cotidiana son protagonistas. El descontento religioso tenía otros motivos: el tarocchi criticaba a las autoridades eclesiásticas y satirizaba la corrupción dentro de la institución.
La transformación más reciente del juego ocurrió a finales del siglo XVIII, en medio del resurgimiento del esoterismo europeo. Las expediciones del ejército francés hacia regiones distantes, como Egipto, llevaron consigo una oleada de ideas —no siempre verdaderas— sobre otras formas de espiritualidad. Tanto en Francia como en Inglaterra, escuelas de ocultistas comenzaron a estudiar las cartas para intentar desentrañar mensajes secretos. Así nació la tradición de leer la fortuna con el tarot.
La incertidumbre causada por las Guerras Mundiales dio un nuevo auge al juego, que entró definitivamente a la cultura popular en la década de 1960. La historia del tarot se sigue escribiendo, y conforme se le comprende mejor, su pasado se revisa desde diferentes perspectivas.
Este artículo es de la autoría de Rodrigo Ortega Acoltzi, quien investiga y escribe sobre arte e historia. Puedes leer más de su trabajo aquí.
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