Aunque parezca increíble, la vida hace 6 mil 700 años no era tan diferente a la vida actual. Los humanos nos organizábamos en grupos sociales determinados por nuestras relaciones genéticas con otros individuos de nuestra especie. Ahora, una gran necrópolis al norte de Francia, nos ha dado más información sobre las dos familias más antiguas del mundo. Esta es la historia.
Gurgy ‘les Noisats’ es una necrópolis ubicada al norte de Francia. En ella, un grupo de científicos logró identificar el ADN de 94 individuos emparentados. El análisis de estos restos los llevó a la realización de una épica hazaña: la reconstrucción de los dos árboles genealógicos más antiguos del mundo. Además, el récord no sólo se vence en antigüedad sino en dimensión, pues una de ellas está formada por 64 miembros a través de 7 generaciones. La investigación fue publicada este 26 de julio en la revista Nature.
La información genética extraída de los restos orgánicos reveló que la genealogía se construía mayoritariamente por un patrón patrilineal, ya que las generaciones se contentaban entre sí a través de los padres biológicos. En cuanto a las mujeres, la evidencia confirmó que eran ellas quienes abandonaban el lugar de origen para emparejarse con hombres de otros lugares y evitar las relaciones endogámicas. En cambio, las madres de las familias halladas en el sitio solían tener un origen no local.
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Los estudios genéticos revelaron que las parejas formadas en esta comunidad, permanecían juntas hasta que morían se sepultaban en la misma tumba. Este descubrimiento habla de una ‘fidelidad’ en esta sociedad neolítica, sin embargo el término sólo refiere a que la procreación se daba con un sólo individuo del sexo opuesto.
“No sabemos si eran fieles, pero no vemos pruebas genéticas de que no lo fueran. Al menos es diferente del único ejemplo que teníamos del Neolítico [un árbol genealógico de 35 individuos de cinco generaciones enterrados en la misma tumba de Hazleton North, Inglaterra, alrededor del año 3700 a.C], donde hombres y mujeres tenían múltiples parejas y descendencia de estas uniones,” explica Maïté Rivollat, autora principal del estudio. “En Gurgy no observamos esto, pero estos descendientes podrían existir y estar enterrados en otro lugar.”
De acuerdo con los investigadores a cargo del estudio, los hallazgos fueron excepcionales, pues se tomaron en cuenta muchos elementos distintos para poder llevarlos a cabo y esfuerzos interdisciplinarios para poder reconstruir estos dos árboles genealógicos. Gracias a ellos, podemos hacernos una idea de cómo fueron desabollándose las estructuras sociales familiares.
“Solo con los grandes avances en nuestro campo en los últimos años y la integración completa de los datos de contexto fue posible llevar a cabo un estudio tan extraordinario. Es un sueño hecho realidad para todos los antropólogos y arqueólogos y abre una nueva vía para el estudio del pasado,” concluye Wolfgang Haak, miembro del Instituto Max Planck y autor principal del estudio.
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