Parte de lo increíble de este hallazgo es que, en realidad, el manuscrito que aporta información de la infancia de Jesús no acaba de “salir a la luz”. Más bien, es hasta ahora que se descubre la relevancia del fragmento de papiro que, por décadas, pasó desapercibido en la Biblioteca Estatal y Universitaria de Hamburgo, Alemania.
Fueron los papirólogos Lajos Berkes, del Instituto para el Cristianismo y la Antigüedad de la Universidad Humboldt de Berlín (Alemania), y Gabriel Nocchi Macedo, de la Universidad de Lieja (Bélgica), quienes arrebataron a la intrascendencia el manuscrito en cuestión. Y es que por años se pensó que este papiro solo era un documento cotidiano, como una carta privada.
Por fortuna para la historia del cristianismo, los papirólogos decidieron dar una nueva revisión al manuscrito. En ella identificaron que la palabra «Jesús» aparecía en el texto. Luego, ante este indicio de “algo más”, los expertos compararon el documento con otros numerosos papiros digitalizados. Así, descifraron, letra por letra, el significado, al tiempo que advertían que estaban frente a algo grande.
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De acuerdo con el comunicado oficial que hace la Universidad Humboldt de Berlín, el manuscrito mide unos 11 x 5 centímetros, contiene un total de trece líneas en letras griegas, unas 10 letras por línea, y procede del Egipto de la Antigüedad tardía.
Después del profundo análisis que los especialistas desarrollaron en torno al texto, se reveló que este es una copia del Evangelio según Tomás. Además, fue datado entre los siglo IV y V, lo que lo convierte en la copia más antigua conocida.
Los dos investigadores involucrados en el hallazgo coinciden en que la copia del Evangelio se creó como ejercicio de escritura en una escuela o monasterio. Ello explicaría el porqué de una caligrafía como la presentada.
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El mismo comunicado señala que las pocas palabras del fragmento muestran que el texto describe el comienzo de la «vivificación de los gorriones», un episodio de la infancia de Jesús que se considera el «segundo milagro» del Evangelio apócrifo de Tomás.
Aunque este tipo de contenido no conforma a la Biblia, el descubrimiento es valioso no solo por su posición en la historia, sino porque relatos como estos tuvieron popularidad durante la Antigüedad y la Edad Media.
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