Por debajo de la tierra, en el barrio de ‘La Lagunilla’, arqueólogos del INAH encontraron un muro novohispano datado del siglo XVIII.
Sucedió en medio de trabajos de las cuadrillas de la Secretaría de Obras y Servicios y del Sistema de Aguas de la Ciudad de México (Sacmex). Los obreros que estaban en el sitio, en tareas de sustitución de drenaje, se encontraron con un muro amplio y profundo, por debajo de la Calle Ignacio Comonfort, una de las más transitadas del barrio de La Lagunilla.
Ubicado cerca del Centro Histórico de la capital mexicana, la zona se caracteriza por rebosar en mercados de antigüedades y curiosidades. Parece ser, también, que debajo de la tierra resguarda restos prehispánicos y novohispanos por igual.
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Parte de un complejo arqueológico más grande
Cuando los arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) llegaron al espacio, se percataron de que el muro encontrado sólo era un segmento de una pared mucho más grande. Hasta ahora, el fragmento mide 20 metros de largo. A partir de las primeras observaciones, los investigadores determinaron que el muro encontrado en La Lagunilla está hecho «a base de piedras de tezontle y basalto pegadas con barro«, según lo describieron en un comunicado.
La Secretaría de Cultura determinó que el elemento arquitectónico se encuentra en un buen estado de conservación. Con base en ello, los científicos piensan que podría ser sólo un pedazo de un complejo arqueológico mucho más grande.
Juan Carlos Equihua Manrique, coordinador de la excavación por parte del INAH, asegura que las obras de Sacmex les han permitido descender hasta 2 metros y medio por debajo de la superficie. El especialista asegura que existe un gran potencial de «encontrar contextos arqueológicos más antiguos y sin perturbaciones«, como ha sucedido anteriormente en la misma zona.
Tiene calzas de 50 centímetros que lo refuerzan, dice el INAH, y cuenta con vanos de cantera prácticamente intactos. Equihua Manrique explica que este muro se construyó en la zona fronteriza entre Tenochtitlan y Tlatelolco. Sin embargo, todavía no hay evidencia suficiente para saber cuál fue su función.
Desenterrando fragmentos de historia
Además del muro, los investigadores encontraron figurillas y restos cerámicos debajo de La Lagunilla. Muchos de los elementos encontrados son sólo fragmentos. Sin embargo, hay piezas excepcionales, que arrojan luz sobre los cultos y formas de vida de los indígenas en la zona.
“Esta zona siempre estuvo habitada. En los alrededores de la iglesia –con antecedentes desde el siglo XVI– debieron construirse viviendas, hospitales y colegios. En ese sentido, en la fase de gabinete del proyecto esperamos definir si el muro que localizamos perteneció a un espacio residencial o a uno de carácter civil”, señala el jefe de campo.
Los arqueólogos investigarán el área durante los próximos 5 meses. Hacia final de 2022, esperan haber cubierto una superficie superior a los 6 mil 550 metros cuadrados. Además de las figurillas y piezas de cerámica, se han desenterrado «navajillas de obsidiana, clavos constructivos y manos de metate; hueso humano y animal, trabajado en forma de omechicahuaztli«, un instrumento musical prehispánico, dice el INAH.
En aquel entonces, dicen los investigadores, ésta fue una de las periferias de la actual Ciudad de México. En junio de 2022, otro equipo de arqueólogos encontró evidencia de espacios residenciales de indígenas en la zona. Muchos de los restos pertenecían a niños que sufrieron desnutrición, a causa de la marginalidad en la que la población vivía.
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