Los departamentos de clase media desenterrados en Pompeya revelan la necesidad imperante de pertenecer a una clase social más elevada, dicen arqueólogos.
La furia del Vesubio arrasó Pompeya y Herculano en el año 79 d.C. Toda la pompa y lujo con la que ambas ciudades romanas prosperaron se vino abajo, con toda la potencia de gases tóxicos y materia incandescente. Ambas ciudades sucumbieron debajo de la lava y la roca volcánica.
Tuvieron que pasar más de 1,500 años antes de que, por accidente, un obrero se encontrara los restos de Pompeya. Fue en 1755 que las ruinas fueron redescubiertas al sur de Italia, según documenta World History Enciclopedia, «cuando comenzaron las obras de construcción del Canal de Sarno». A partir de entonces, los hallazgos arqueológicos no se han detenido en el sitio.
Recientemente, un equipo de arqueólogos encontró los restos de departamentos clasemedieros en Pompeya. Se sabe que los espacios fueron habitacionales, ya que se toparon con armarios rebosantes de platos, ánforas y utensilios de uso cotidiano. Esto es lo que encontraron.
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Un retrato de la vida cotidiana en las clases menos privilegiadas
Hasta ahora, se tenía poco conocimiento sobre cómo vivían las clases de menor poder adquisitivo en Pompeya. Recintos patricios y fincas de miembros de la élite en el poder protagonizaron los descubrimientos en el Parque Arqueológico de Pompeya, uno de los más ricos de Italia.
Sin embargo, poco se había estudiado sobre las formas de vida menos acomodadas en la antigua ciudad romana. Los departamentos recientemente encontrados en Pompeya rompen con esta tendencia. Al respecto, el director del sitio, Gabriel Zuchtriegel, explica que este sector representaba el porcentaje más amplio de la población en aquel entonces:
“Hablamos de una clase vulnerable durante las crisis políticas y las hambrunas, pero también ambiciosa para ascender en la escala social”, precisa el especialista.
Los departamentos encontrados en Pompeya revelan la necesidad de «aparentar riqueza, la ambición de prosperidad, esa especie de quiero y no puedo», según reporta la periodista de ciencia Lorena Pacho. Este tipo de actitudes arribistas parecen ya estar presentes durante la República y el Imperio en Roma, cuando las personas querían pertenecer a un estrato social que todavía no alcanzaban.
En el Imperio Romano las apariencias importaban
Según los arqueólogos que investigan el espacio, algunos de los espacios en los departamentos de Pompeya están adornados con lujos que contrastan con otras habitaciones. Mientras en las paredes se aprecian tapices vistosos, las recámaras privadas conservan «muebles extremadamente sencillos de madera», dicen los investigadores.
Así lo ejemplifica Zuchtriegel:
“En la Casa del Larario se consiguió que el patio con el larario y la cisterna estuvieran decorados con pinturas excepcionales, pero evidentemente los medios no fueron suficientes para decorar las cinco habitaciones de la casa, una de las cuales servía de despensa”, apunta el director del parque.
Mientras que en algunos cuartos se encontraron objetos de metales preciosos, en la alacena se conservan objetos de cerámica de uso cotidiano, hechos de barro y materiales menos ostentosos. A los investigadores les sorprendió que, incluso tras el estallido —y el paso de miles de años—, los objetos más sencillos se conservan casi intactos.
Estos contrastes llevaron al equipo de investigación a concluir que, posiblemente, en el Imperio Romano las apariencias importaban —sin importar la clase social a la que la familia perteneciera. Aún así, Massimo Osanna, Director General de los Museos de Italia, describe al Parque Arqueológico de Pompeya como “un descubrimiento continuo”.
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